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MÚSICA. CRÍTICA

Ma plus belle histoire d'amour

MA PLUS BELLE HISTOIRE D’AMOUR | © MICER

Empezar un recital de música de cámara (dos instrumentistas y una voz) con Rameau y terminarlo con Michel Legrand, dice mucho de lo que pasó entre medias: un abismo musical, pero con un hilo conductor, el del amor. Canciones de amor de todos los tiempos, desde el barroco hasta nuestros días, combinando obras aisladas con otras pertenecientes a óperas, alternando las de carácter íntimo y sentimental con otras más irónicas y llenas de alegría, cantando la pasión y el entretenimiento, siempre, eso sí, de forma elegante. Pocas veces habremos asistido a un recital de este tipo, tan uniforme y tan ecléctico a la vez. Parece paradójico, pero no lo fue, pues la temática era una y los estilos eran muchos y diversos, eso sí, pasados por esa manera de hacer exquisita. Exquisitez, elegancia, conexión con el público. Música en estado puro, en definitiva.

Les Arts Florissants, aquí en formato trío, capitaneados por el gran William Christie al clavecín y con Thomas Dunford al archilaúd y una Lea Dessandre poniendo su voz de mezzosoprano, los tres, encandilaron al público que tuvo la suerte de asistir el pasado jueves al concierto en el claustro de Sant Domingo de Pollença.

Les recettes de l’amour era el título del espectáculo, en el que los intérpretes repasaron la música francesa de los últimos siglos, en base a sus historias de amor. Charpentier, Lully, Offenbach, Chausson, Ravel, Marais, los ya citados Rameau y Legrand, sin olvidar el plus de esa joya de la música francesa de autor que es Ma plus belle histoire d’amour, de la cantante Barbara, la mágica voz que murió hace ahora veinticinco años.

Con esa variedad de estilos, pero con esa manera única de abordar los temas, el trío de Les Arts Florissants demostró una vez más que la música no tiene compartimentos estancos. Que pueden interpretarse y mezclarse canciones de todas las épocas y maneras, siempre que se haga con dignidad, coherencia y, sobre todo, con amor a la música.

Gran velada, enorme velada, la del pasado jueves. Una cita con el Arte (en mayúscula) que será difícil de olvidar.

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