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Crítica de cine

Cuanto más, mejor

A Michael Bay cosas como la suspensión de la incredulidad y el verosímil le importan más bien poco. El rocoso director de La roca, valga la lícita redundancia, vuelve a demostrar en Ambulance. Plan de huida, como antes en Armageddon, Dos policías rebeldes y sus cinco cintas de la saga Transformers, que lo suyo es la acción física, la persecución espectacular por las autovías estadounidenses y los movimientos de cámara, a veces sin demasiado sentido, que dejan sin respiración al espectador. ¿Fuegos de artificio? Sí, muchos, pero en esta última película lo que cuenta es tan delirante que el más es más le acaba funcionando.

Porque no me dirán que no es tan disparatado como fascinante un relato en el que dos hermanos -uno negro y otro blanco- atracan un banco, la operación sale estratégicamente horrible, se escapan a tiro limpio por la calle, secuestran una ambulancia, toman como rehenes a una sanitaria y a un policía malherido -a quien, precisamente, ha disparado uno de los atracadores- y tragan millas perseguidos por cientos de coches de policía y helicópteros mientras la sanitaria le extrae una bala al agente agonizante siguiendo las indicaciones a través del móvil de un par de cirujanos.

Así es Bay, cuanto más, mejor. Por pura acumulación y por desfase -añadan que uno de los atracadores, el encarnado por Gyllenhaal, es un sicótico más o menos simpático-, Ambulance. Plan de huida, que versiona libremente un filme danés de 2005, acaba siendo no solo una de sus películas más entretenidas, sino la que reduce sus debilidades y fallos a peccata minuta.

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