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Un pincel y unos palillos chinos para reconectar con la biodiversidad del planeta

La artista parisina Eliana Perinat ha inaugurado en el Hotel Fontsanta de Campos la exposición ‘Re-Enchantment’, con la que reivindica un mayor cuidado de la naturaleza

Eliana Perinat, en su instalación ‘Nido utópico’.

Hay quien piensa que el arte no puede desvincularse del entorno en que va inserto. La nueva muestra de Eliana Perinat sigue esta máxima. Re-Enchantment es un canto, o más bien un desgarrador grito poético, a aquella naturaleza a la que antaño todos pertenecimos y que cada vez se halla más maltratada por el abandono del ser humano. En esta ocasión, la presentación ofrece una «experiencia sensorial y de reflexión consciente» y ofrece obras interiores y exteriores elaboradas a partir de materiales desechados y reciclados, como plásticos del mar o sus famosos palillos chinos de colores para decorar los árboles de forma original.

La artista, junto a la galerista Maribel Bordoy, en el Hotel Fontsanta.

Perinat, para quien el arte supone «una forma de activismo», explica que su nueva serie persigue «hacernos reconectar con nuestros sentidos ahora que estamos tan abducidos por lo virtual». Sus obras contemporáneas, que recorren desde la pintura y el dibujo hasta la instalación, son una continuación de la tradición artística de grandes maestros como Pistoletto, Dubuffet o Duchamp. «He mamado de todos los movimientos anteriores a mí que me han dado una libertad para poder hacer instalaciones así como otros tipos de formas de expresarme», afirma la artista. Es el caso de su Nido distópico, creado a base de basura recogida de la playa, que sigue la estela del arte povera y el land art. La presencia de la naturaleza de las islas es palpable en casi toda la exposición -ubicada en el Hotel Fontsanta de Campos e impulsada por Aba Art-, que cuenta con un algarrobo y una higuera como árboles principales. Perinat indaga en nuestra capacidad de «reencantarnos con la naturaleza balear a la que tanto machacamos y que tantos cuidados necesita», así como «salir de las pantallas para sentir la belleza inmensa que tenemos aquí». Estas colecciones de la artista contienen un propósito muy claro vinculado al cambio en la relación con el medio ambiente: «He querido recuperar un poco mis ideas de ecología y cuidado del planeta trasladándolas a través del arte», alega. Uno de los elementos más recurrentes en sus pinturas, que aporta a la artista la posibilidad de comunicar visualmente estos conceptos, es el ave, una alegoría de la biodiversidad. Reconoce que a veces nos encontramos «demasiado antropocentrados» y que «parece que todo gira al rededor nuestro y nos olvidamos de que compartimos este planeta con muchos más animales, árboles y otros seres». Inspirándose en estos animales elaboró su instalación Nido utópico, consistente en un nido de ave que «une lo humano y lo animal y transmite esa conectividad existente entre ambos mundos». La obra está confeccionada de tal manera que el espectador puede meterse en su interior para sentarse a oír elementos como el agua y el viento, lo que Perinet define como «un lugar de meditación con estructura animal». Todas estas propuestas que combinan armónicamente ética y estética con materiales muy diversos son una apuesta de la artista por un arte que refleje valores y traslade la crítica: «Como decía Weber, desde que todo se hace con máquinas, estamos desencantados ante la vida». Añade que «hemos dejado de lado el espíritu», por lo que conviene adoptar nuevos hábitos de consumo.

La creadora, frente a otra de sus obras.

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