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Obituario

Muere mosén Joan Parets, el musicólogo afable

El conocido presbítero e investigador fallecido ayer deja el fruto de un ingente trabajo de documentación y la proximidad de su sacerdocio

Imagen de archivo de mosén Joan Parets, sentado frente a la iglesia de Campanet. | JOAN PONS

El corazón de Joan Parets dijo basta. Él hubiera seguido exprimiendo su curiosidad, pero la fragilidad humana, y quién sabe si los designios de la Providencia, no se lo han permitido.

El conocido sacerdote, popular más allá de tarea eclesiástica, pero siempre con su misión bajo el brazo, falleció en la madrugada de ayer. Se aproximaba a los 81 años. Había nacido en Santa Maria del Camí, donde le apodaban de Can Mig, el 29 de septiembre de 1940.

Afable, conversador impenitente, curioso hasta los límites de todo cuanto puede abarcar esta isla, Parets era también ocurrente, irónico a veces, sarcástico en alguna ocasión. Practicó una pastoral de proximidad y humana, esa que halla mejor poso en el diálogo que en el ambón. En plena sintonía con el Vaticano II ha formado parte de una generación de curas mallorquines que se va extinguiendo y que supo hacer de las formas conciliares su razón de ser.

Musicólogo avant la lettre, su dedicación a la documentación y a la investigación en este ámbito merecen capítulo aparte. Era uno de los principales especialistas sobre la Sibil·la y no había apunte de aproximación a la música que fuera ajeno a su interés. «La búsqueda musical me da vida», declaró a este periódico en 2016, cuando se retiró de su último destino parroquial.

Su deseo era que su legado, que canalizó a través del Centre de Recerca i Documentació Històrico-Musical, fundado por él mismo, acabe bajo la custodia del Consell de Mallorca o, en su defecto, la Iglesia.

Dinamizador cultural

Joan Parets se estrenó a los 27 años como sacerdote siendo vicario de Bunyola. Allí ya demostró su empatía con los jóvenes de la época y su faceta de dinamizador cultural. Fundó la Coral Polifónica y la revista Es Castellet. También pasó por el escultismo, del que fue conciliario, y comenzó una larga etapa de presencia en grupos excursionistas.

De Bunyola pasó a Sant Josep Obrer en Palma y después a Piura y Lima en Perú, cuando su hermano Miquel ya era un referente de los misioneros mallorquines. Él ejerció labores de coordinación y hasta tuvo oportunidad de conocer de cerca a miembros de Sendero Luminoso.

De vuelta a Mallorca, fue rector de Crist Rei de Inca en 1980 y cuatro años después pasó a Lloseta hasta que en 1987 regresó a Perú. Su etapa más larga la ha cubierto en Sineu (1989-2003) con tiempo suficiente para convertir la vetusta rectoría en lugar de encuentro de investigadores y estudiosos de la música y los músicos. La última etapa de sacerdote, antes de retirarse a la residencia de Sant Pere y Sant Bernat, a la sombra de la Seu, la cubrió entre Campanet y Moscari.

ACA seguirá su labor

Las redes sociales reaccionaron de inmediato ayer al saber del fallecimiento de Joan Parets. La Fundació Musical ACA, de la que era patrono, le dedicó un elogioso obituario por su contribución a la recuperación de la historia musical mallorquina, y manifestó el compromiso de seguir con su labor y preservar su legado, que pondrá a disposición de cualquier persona interesada.

Significativos representantes del mundo de la cultura han lamentado el óbito, un tanto inesperado, y han dejado muestras de agradecimiento por la proximidad y colaboración que siempre hallaron en Parets. Muchos componentes de las nuevas generaciones de musicólogos recibieron de él impulso y ánimo.

Joan Parets era el hombre cercano, siempre receptivo y constante, el sacerdote del paso a paso que, seguramente sin pretenderlo, calaba mejor mensaje con una sonrisa abierta y la mirada viva que con la homilía formal o el discurso teológico.

Son unas condiciones personales y una actitud pastoral que le propiciaron numerosas amistades sinceras y harán que su recuerdo permanezca vivo entre las generaciones de mallorquines que han tenido oportunidad de tratarlo. Su legado es más amplio que el de los nada despreciables opúsculos publicados o las ediciones de estudios musicales en los que tuvo oportunidad y entusiasmo de participar.

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