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Miquel Horrach: «El ambiente de espías era muy real y había negocios en Gomila de agentes de la Gestapo»

Miquel Horrach: «Empecé a escribir 'Set dies' fascinado por la profundidad de la obra de Villalonga»

Miquel Horrach: «Empecé a escribir 'Set dies' fascinado por la profundidad de la obra de Villalonga» M. Mielniezuk

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Miquel Horrach: «Empecé a escribir 'Set dies' fascinado por la profundidad de la obra de Villalonga» Raquel Galán

Premio Ciutat de Palma de Novela Llorenç Villalonga 2020. El escritor y editor de contenidos de Ifeelbook, Miquel Horrach, narra en Set dies, su cuarto texto literario, la aparición en Cabrera en extrañas circunstancias del misterioso Moritz Hoepp y la semana que pasa en Ciutat con el médico y escritor Llorenç Villalonga. La novela acaba de llegar este jueves a las librerías mallorquinas.

Es muy cinematográfica.

Que algún productor te oiga, ja, ja. Yo me dejo querer. No la he escrito con esa pretensión, pero me encantan las series y el cine. Aplico el dicho «no me lo digas, muéstramelo», es mi manera de contar historias. El propósito con la novela es simplemente que los lectores se entretengan.

¿Hay más realidad o ficción en el ambiente de espías que se respira en la Palma de los 40?

Era muy real y la información está al alcance de quien lo quiera investigar. A mí me parece un tema muy interesante. En la isla sucedían muchas más cosas y se controlaba más de lo que parecía. El barrio de El Terreno casi tenía una embajada encubierta en cada calle durante la Segunda Guerra Mundial, e ingleses y alemanes que estaban aquí hacían la guerra por su cuenta, como algunos de los propios mallorquines, que se alineaban con unos o con otros. Hasta había negocios en la plaza Gomila regentados por agentes de la Gestapo. Mallorca fue en esa época un objeto de deseo por su situación estratégica en el centro del Mediterráneo occidental.

También refleja la «vivísima» ciudad durante aquellos años. ¿En qué le sorprendió?

En cuanto al cosmopolitismo de Palma en los 40, está claro que no podemos compararlo con el de la actualidad, pandemias aparte. Sin embargo, pese a que era casi como un pueblo, también estaba la vida de una determinada élite social influyente y más gente que venía de Europa a pasárselo bien aquí, en sitios como el Trocadero o fiestas en villas de El Terreno. Una década después de los años en que está ambientada Set dies, muchos actores de Hollywood eran visitantes habituales.

¿Hace un homenaje a Palma?

Palma es un personaje muy importante de la novela. Con los paseos de Villalonga y Hoepp, o cuando van a comer al Mundial, donde ahora está la fuente de la plaza de la Reina, quiero que los lectores imaginen cómo era esta ciudad. El 95% de la gente de mi generación no tiene ni idea, por ejemplo, de que en el conjunto donde se encuentra s’Hort del Rei estaba el Teatro Lírico y que por allí bajaba el tranvía que llevaba a la playa de Can Barberà.

Ha ganado el Ciutat de Palma Llorenç Villalonga de Novela y el reconocido escritor es uno de los protagonistas. ¿Fue buscado?

No, no es un guiño al jurado porque no la escribí pensando en presentarla al concurso. Empecé fascinado por la profundidad de la obra de Villalonga y atraído por su figura, contradictoria muchas veces y la mayoría de ellas genial desde el punto de vista literario, el que me interesa. Descubrí que era una persona con un talento y una capacidad para la creación que estaba muy por encima de la media, sobre todo en Mallorca durante aquella época.

En la novela sus ideales se tambalean. ¿Quería mostrar que no todo es blanco o negro?

No pretendo resucitar ningún cadáver, pero con Villalonga no siempre se ha sido justo. Se le dio mucha caña por ser falangista, como otros de renombre, y era además un tótem de la cultura, por lo que quise bajarlo al nivel humano, el de un joven médico del Psiquiátrico, con sus ideas y contradicciones. Obviamente no todo es blanco o negro, sino que tenemos unos ideales hasta que alguien o algo los cambia, puede que porque no hay más remedio que adaptarse o simplemente por supervivencia. Acababan de salir de la Guerra Civil, donde una misma familia podía haber sido dividida en dos bandos. No se puede generalizar tanto con estos temas tan delicados.

«¿Cuánto de él había en todo lo que escribía?», se pregunta el personaje. ¿Siempre ocurre?

Creo que es imposible no dar tu propia visión, porque al final un escritor es una persona que piensa y siente desde una única perspectiva. Es inevitable. Algún personaje tendrá algo de ti, que será más o menos reconocible.

¿Y usted se ve reflejado en el Villalonga de la novela?

Yo no me pongo en la piel de nadie ni lo juzgo, sino que soy el narrador omnisciente, pero a la hora de imaginar determinadas circunstancias y situaciones, de algún modo aparece qué harías o pensarías en ese contexto.

Nunca había habido tantas candidaturas al Premi Ciutat de Palma de Novela (86 en 2020 frente a 16 de 2019). ¿Fue por el confinamiento?

Sabía que se presentaban una media de 20 y cuando el concejal de Cultura, Antoni Noguera, me dijo la cifra, me quedé flipando. Me imagino que mucha gente a la que le gusta escribir aprovechó el confinamiento para dedicarse a ello. Puede ser que también haya influido que la presentación de los textos se podía hacer a través de una plataforma digital, que es menos costoso que entregarlos fotocopiados y encuadernados varias veces. Y solo es un clic.

En el libro cita la típica frase «Aquí nos conocemos todos», y añade «mejor no tener éxito». ¿Hay cosas que no cambian?

Estoy convencido. El carácter mallorquín es así.

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