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El gallinero | Apuestas seguras

Pepa Ramon y Laura Dalmau.

Hay creadores libérrimos en la escena local a los que conviene seguir siempre, independientemente de que acierten de pleno o no; Joan Carles Bellviure, Catalina Carrasco, Hermanas Picohueso y Estudi Zero son para mí los mejores ejemplos. Los últimos acaban de estrenar y esta vez se han atrevido, ahí es nada, con Boris Vian. El resultado es L’Schmürz y a mí me parece una joya.

Tras un preámbulo tabernario, musical y surrealista –con dedicatoria incluida a Joan Pere Zuazaga– la compañía (impecables Pere Mestre, Lourdes Erroz, Dominic Hull, Pepa Ramon y Jaume Sastre, con mención especial para Laura Dalmau) adapta Los constructores del imperio, imposible de encasillar, de definir más allá de hacer referencia al teatro del absurdo, y difícil de descifrar. ¿Quién es ese Schmürz? ¿Un chivo expiatorio? ¿El espejo de los propios protagonistas? ¿El miedo, quizás? ¿Y de qué huye esa familia que va cambiando de casa, yendo a peor, hacia espacios más angostos? A través de un humor muy loco, de ideas lanzadas al aire sin aparente conexión entre ellas, de malabarismos con las palabras y de puertas que se abren y se cierran, engullendo a los personajes, la obra proyecta agobio y desasosiego y se va precipitando hacia un abismo existencialista capaz de desmontar a un público que sale del Sans con más preguntas que certezas (tal vez se trata de eso). Espero que la pandemia les permita hacer más funciones y que podáis disfrutarla.

Y de una compañía con solera, a otra con un trabajo inmenso a sus espaldas. El Circ Bover ha cumplido 15 años y desde hace un tiempo vienen manejando el bambú (triunfaron con Vincles y Sentinel). Àvol -llegó al Principal de Palma hace unos días y supone un punto y aparte en el uso de las cañas tras un lustro de investigación– contiene más comicidad que los anteriores espectáculos, y también mensajes más explícitos (sobre la importancia de las artes escénicas, el colectivismo o la necesaria empatía). Funciona el doble plano en el que se desarrolla la trama – el de los obreros que montan la escenografía y el propiamente circense – y convencen, por lo que hacen y lo que dicen, Adriano de Carvalho, Carla Fontes, Marc Florencio y Tià Jordà, que vuelve a subirse a un escenario.

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