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En contra

Arturo San Agustín: «En Gomila, el sexo se planificaba más de lo que se practicaba»

Arturo San Agustín (Barcelona, 1949) es un periodista, escritor y publicitario multilaureado, un excelente entrevistador que en ‘Mis días terrenales’ tiene como interlocutor al barrio del Terreno y, a partir de su ombligo en la plaza Gomila, a Mallorca entera

Arturo San Agustín.

 Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿La fascinación del Terreno consiste en que entonces éramos más jóvenes?»

En mi caso, no. Mi fascinación por el Terreno tiene que ver con que en el mismo me sentí, por primera vez, libre. Incluso entendí que el cosmopolitismo es convivir civilizadamente con personas cultas de otras latitudes. Y cuando digo cultura no me refiero a la intelectualidad.

El Terreno es vivir en Palma sin necesidad de salir del extranjero. 

Para mí vivir en el Terreno significaba vivir en mallorquín. Y a aquellos extranjeros con quienes compartí muchos días y noches también les gustaba vivir en mallorquín. Hablo aquí de caracteres, sabores, olores, colores y costumbres.

Cuando el Terreno es pecado, pasa a llamarse Plaza Gomila.

No sé lo que es el pecado. Como toda leyenda nacida en la noche, también la plaza Gomila se asocia con el sexo. Y sobre el mismo siempre se exagera.

¿Cómo aterrizó usted exactamente por aquellos parajes en el tardofranquismo?

Un matrimonio amigo me invitó a vivir en su casa, que estaba situada en la calle Salut.

«Ninguna entrevista sirve para conocer al entrevistado», usted mismo.

Las buenas entrevistas sirven para conocer algún detalle del entrevistado. Detalle que es, muchas veces, decisivo.

Capdepera es el otro vértice de su Mallorca añorada.

Para mí los lugares son los amigos que me los enseñaron y en los que he convivido o convivo con ellos. En Mallorca esos lugares, esos amigos, son Sóller y Capdepera. 

Esos mallorquines, tan educados y venenosos.

Los mallorquines que conozco son prudentes y me han enseñado a serlo. Ocurre que como no soy mallorquín a veces me olvido de la lección. Y me equivoco, claro.

Destaca usted que «no soy hombre de nostalgias, pero sí de recuerdos».

La nostalgia idealiza el pasado, el recuerdo te lo devuelve tal como era.

Mallorca olvida incluso a Jaume Josa, el gran darwinista y comensal a la mesa de Robert Graves.

Las ciudades mediterráneas suelen tener mala memoria.

Si todos los que presumen de haber asistido al concierto de Jimi Hendrix en Sgt. Peppers’ estaban allí, rondaban el millón.

El legendario concierto de Jimi Hendrix en Sgt. Peppers’ es como el de los Beatles en Barcelona. Todos estuvimos en ambos. Y da igual que sea mentira.

También asoma en su Mallorca el Adolfo Marsillach de ‘Marat Sade’.

En mis días ‘terrenales’ era el teatro el que venía a casa.

Sexo no sé, pero en aquellos tiempos se hablaba mucho.

El sexo, también en la plaza Gomila, se planificaba mucho más de lo que se practicaba.

¿Leche de mujer para curarse la infección del oído?

Mi fascinación por la teta femenina viene, entre otras cosas, de aquella vecina que con su leche materna me curó una infección en el oído.

¿Dónde encaja el turismo de masas en todo esto?

En mis días ‘terrenales’ aún no había llegado el turismo de masas. Entonces había extranjeros, pero no manadas y rebaños.

¿Por qué se fue del Terreno?

Me fui del Terreno porque me fichó una importante agencia publicitaria de Barcelona.

Pasó usted de la publicidad al periodismo, una extraña jugada profesional.

Dejé la publicidad (aquella publicidad millonaria de entonces) y aterricé en el periodismo porque nunca me ha importado ser moderadamente pobre. Y porque siempre me ha gustado conocer personas y viajar.

¿Qué hay entre usted y los Papas reflejados en sus libros vaticanos?

Con el actual Papa no he tenido ninguna relación. En realidad ningún humano tiene o ha tenido relación con algún Papa. Mis crónicas periodísticas, algún libro y determinadas entrevistas con influyentes cardenales, portavoces papales y monseñores de la curia vaticana han sido posibles gracias a buenos amigos romanos.

Por tratarse usted del mejor entrevistador español, le cedo la última pregunta.

Elija usted un restaurante y un plato mallorquín para concluir esta entrevista.

Será el ‘pa amb oli verd’ de Can Patilla.

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