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Tender ahora se llama ‘sundrying’

La industria de la influencia se adapta al escenario pandémico exprimiendo el filón de ‘lo natural’

Una de las estampas fetiche de la prescripción pospandemia.

La reconversión de la industria de la influencia al escenario covid, que consiste en exprimir la moda de lo natural hasta extremos absurdos, no solo está cuajando Instagram con caravanas vintage y aucas de vida al aire libre. También llega con un vocabulario que rebautiza en inglés y con un envoltorio presuntamente cool actividades cotidianas como tender la colada al sol o nuevos fenómenos pandémicos como el homeschooling de alto standing. Aquí una guía para no perderse en las secciones de los (nuevos) estilos de vida.

'Nesting'

Este término que se ha convertido en una de las palabras fetiche de este inaudito e improbable 2020 describe la última tendencia en salud y bienestar emocional: convertir tu casa en un retiro durante un fin de semana. Vamos, un vocablo grandilocuente que en inglés significa anidar y que alude a eso que se ha hecho toda la vida sin ponerle nombre: no salir de casa después de una semana agotadora para desconectar un poco. Aunque esta tendencia lleva en auge desde el 2016, fue durante la cuarentena cuando el hashtag #nesting multiplicó su impacto. Al fin y al cabo, así vivieron la cuarentena aristócratas de la prescripción como Laura Escanes desde su apartamento barcelonés de 300 metros cuadrados: como una especie de regalo divino para reconectar con las propias raíces y tomar aire del frenético ritmo cotidiano.

‘Sundrying’

Secar la ropa al sol o, como lo llaman los cazadores de tendencias, sundrying, es, probablemente, la más destacable de este esperpéntico diccionario influencer. Por lo visto, la palabra en cuestión anidó en la versión británica del portal Medium, donde la vendían como un acto casi revolucionario. Aunque pueda parecer una tontería, el sundrying aún puede tener un cierto sentido en el Reino Unido, donde es común usar secadoras o tender en el interior. En comparación, tender al sol parece mucho más eco y natural. Pero que aquí se lleve haciendo toda la vida no ha sido impedimento para importarlo desde Instagram y aledaños y tratar de arrancar unos likes.

'Clean eating'

Al calor del confinamiento y el poscovid, también se han multiplicado los artículos sobre este término. No se trata más que de una más de las decenas de palabras que –como realfooding o greenlife– definen algo tan básico como comer verduras, frutas, legumbres y cualquier otro producto que no sea procesado industrialmente, pero a la que se envuelve con un nombre con presunto gancho que se utiliza para generar contenido. El clean eating ha sido, probablemente, el que ha tenido más impacto: durante el confinamiento, por doquier se multiplicaron las estampas de gente haciendo pan, pasteles o conservas. Y no solo por moda, también porque, por primera vez en años, mucha gente no iba tan asfixiada y podía dedicarle algo más de tiempo a la cocina.

Nómadas digitales

La BBC informaba esta semana sobre los países que, con el cortocircuito del trabajo presencial, han habilitado visados de teletrabajo con el fin de atraer a nuevos vecinos a sus ciudades más turísticas, ahora con déficit poblacional. Paralelamente, en nuestro país han surgido plataformas similares para repoblar los pueblos más afectados por el éxodo rural. Un grueso de noticias –e influencers que les han dado eco– han coincidido en usar este eufemismo para describir la situación de tantos tras el coronavirus: trabajadores hartos de hacinarse en pequeños pisos carísimos, planteándose si vale la pena seguir viviendo en grandes capitales.

'Learning pods'

Según el diario The New York Times, los learning pods –literalmente, en inglés, burbujas de aprendizaje creadas por grupos de familias con métodos educativos decididos y financiación en común y últimamente muy populares en las secciones de estilos de vida– han duplicado su popularidad al calor del virus y de la distancia física y, claro, de las economías boyantes. Se trata de la versión grand class del homeschooling: según el diario, educar a tus hijos por esta vía en EEUU puede costar desde 30 a 100 € la hora por niño. Al alcance de todos, por supuesto

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