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Libros

Caravaggio, un comisario "luminoso"

La menorquina Ana Gomila publica la segunda novela protagonizada por un agente recién jubilado, en este caso la trama transcurre durante el confinamiento

La escritora menorquina Ana Gomila.

Caravaggio, un nuevo policía de novela acaba de resolver su segundo caso. La menorquina Ana Gomila es la autora de Corazón tan negro, un comisario en cuarentena, la segunda trama que protagoniza el agente que, en palabras de la escritora, no se asemeja demasiado a otros clásicos del género: "Se parece poco a Sherlock Holmes, quizá solo en el amor por la música y sus dotes de observación. De Hércules Poirot me quedo con su histrionismo y excentricidad sin complejos. De Pepe Carvalho o Montalbano no tiene prácticamente nada, salvo su gusto por la buena comida".

La escritora, que además es la voz del grupo de música antigua Gaudium et Musica y profesora, asegura que a quien menos se parece es "al protagonista de series y películas. Caravaggio, Giuseppe de nombre, se encuentra en tránsito hacia la jubilación, "es más alegre que unas castañuelas, toma el pelo a todo el mundo, no tiene sentido del ridículo y es muy afectuoso". Es muy british, en palabras de su creadora. "Es muy divertido trabajar con él, puedes obligarle a hacer prácticamente cualquier animalada".

Gomila es una admiradora declarada de Ágata Christie: "Sus whodunnit son los más complejos y, a la vez, los más lógicos. Todo encaja de forma maravillosa y no descubres nada hasta el final".

A nadie se le escapa que el apellido del comisario evoca al gran pintor Caravaggio. La paradoja radica en que el artista milanés es la antítesis del ciudadano de orden. Fue un pendenciero, amante de la bronca y estuvo implicado en al menos un crimen. Tuvo que escapar de Roma y Malta y refugiarse en Nápoles para evitar ser castigado. "Es un contrasentido buscado, una especie de homenaje irónico -explica la autora-. Caravaggio [el policía] crece en un orfanato y las monjas bautizan a los niños con nombres de artistas según su aspecto. Como es morenito y rechoncho le asignan el apellido de un pintor italiano del que solo han visto alguna estampa. Lo que ignoran es que tuvo una vida nada edificante".

La primera entrega se tituló Un acto reflejo. Es "luminosa", como la segunda, y por tanto alejada del tenebrismo que caracteriza al pintor que inspira el nombre del agente. Otra característica de ambas novelas es que no alcanzan el centenar de páginas. Lejos, por tanto, de los volúmenes que se sitúan entre las quinientas y las mil. Gomila tiene claras las razones de la brevedad de sus volúmenes: "En primer lugar porque no me sobra el tiempo y, en segundo lugar, porque prolongarlas más de lo necesario siempre me ha parecido una tomadura de pelo al lector. Las novelas no deben venderse ni ser valoradas a peso".

Aún no ha finalizado el desconfinamiento de la cuarentena surgida de la crisis del Covid-19crisis del Covid-19 y Gomila ya ha finalizado una novela que se desarrolla en tiempo presente. La primera conclusión es que escribe rápido. La razón principal estriba en la escasez de tiempo, impuesta por las múltiples labores profesionales, familiares y por sus aficiones. Pero en este caso existe una segunda causa: "Escribía por las noches, durante el confinamiento, como si me la dictase una voz interior. Me ayudó para alejarme y olvidar todo lo que estaba pasando".

Ana Gomila ya está tomando notas y recopilando ideas para un nuevo caso del comisario Caravaggio. Incluso tiene un título provisional, una ambientación escogida, colores y música. Sólo está pendiente de un factor: "Que se venda, lo que no querría es tener la impresión de que mis novelas una vez escritas, quedan encerradas en un cajón".

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