Estos son sus poderes: 23.000 tebeos -unos ocho mil pendientes de catalogación-, diez mil revistas, dos mil goigs y 1.500 tarjetas postales. Es la casa del papel de Guillem Fiol en Lloret. Este profesor nacido en 1960, con más de tres décadas de docencia en Montuïri y cercano a la jubilación, considera que los orígenes de su colección se remontan a la niñez en el barrio palmesano de Son Canals. A él, como a todos los amigos, le gustaba jugar en la calle y leer tebeos, una afición que se convirtió en el germen de su pasión. Calcula que su fondo ocupa unos 250 metros lineales de estantes, aunque miles de ejemplares siguen en cajas a la espera de un hueco.

"Todos los niños nacidos a principios de los sesenta, con la televisión en sus inicios, éramos coleccionistas. Se conservaban cajas de cerillas, cromos, sellos... La primera colección que recuerdo fue la de cromos de Vida i color. Conservo el álbum, y como yo mucha gente".

El coleccionismo es una afición altamente expansiva. Comienza con los tebeos de la infancia y va ampliándose progresivamente. En el caso de Guillem Fiol la evolución ha sido constante. "El segundo paso fue el baratillo de Palma. Siempre me gustó ir y observar cómo regateaba la gente, aunque no comprase. Al comenzar a coleccionar de forma consciente, lo visitaba todas las semanas. Después abrieron los mercadillos de Magaluf, Gènova o PalmaMagalufConsell.

Continuó con las visitas a librerías de segunda mano, el contacto con otros coleccionistas y la adquisición de materiales a profesionales de fuera de la isla. Amigos y conocidos, "que conocen tu obsesión", le regalan piezas "impagables".

Internet ha cambiado sustancialmente las cacerías en busca de las piezas más codiciadas. Desde hace una quincena de años, la mayoría de adquisiciones de Guillem Fiol se cierran en la red. Tiene ventajas: "He comprado en Alemania, Italia, Francia, Reino Unido... Materiales muy difíciles de encontrar están al alcance de cualquier coleccionista. Ha ayudado a abaratar los precios si tienes paciencia y aprovechas las oportunidades". Pero también observa inconvenientes: "Falta la relación personal directa" y "hay que tomar precauciones frente a posibles estafadores".

El núcleo principal de su afición se ha centrado en los tebeos editados en España especialmente entre los años 60 y los 90. "Me interesan también los de la editorial mexicana Novaro, que se distribuyeron en nuestro país desde los años cincuenta hasta mediados de los ochenta". En los últimos tiempos se ha dedicado a recopilar publicaciones en lengua catalana.

Fiol no presume de material de gran valor económico, pero sí destaca un tebeo curioso. Lo compró hace más de treinta años y sigue sin averiguar a qué colección pertenece. "Los protagonistas son unos niños que viven en Mallorca y que a lo largo de la historieta proponen una reforma de la ortografía castellana para hacerla más sencilla".

El coleccionismo actual de tebeos se centra básicamente en los superhéroes y el manga. Los cambios también han afectado a los tamaños: "En España, en la década de los cincuenta y principios de los sesenta, la medida más frecuente era el cuadernillo. En los setenta era habitual la que los americanos denominan Golden. Actualmente, son iguales a los de EE UU y Japón, aunque hay bastante variedad".

Fiol no solo recopila papeles. También ha sembrado materiales para presentes y futuros cazadores de papel. Fue uno de los coordinadores de la revista de Lloret Es Pi Gros y una colección de monografías históricas, ha publicado artículos en revistas, libros de temática local y fue uno de los responsables del Diari de l'Escola en este periódico.

Los ídolos del coleccionista

Los aficionados a los tebeos -obsérvese que a lo largo del reportaje apenas se va a utilizar el extranjerismo cómic- tienen sus héroes, aunque es difícil elegir entre los miles de personajes que ha dado el género. Fiol tiene los suyos: el Teniente Blueberry y El Hombre Enmascarado. "Me gustaban cuando era niño y me siguen gustando ahora, sobre todo el primero". Blueberry es una serie de historietas del Oeste nacida en 1963, fue creada en Francia por el guionista Jean-Michel Charlier y el dibujante Gir (Jean Giraud). El Hombre Enmascarado, The Phantom o El fantasma fue una idea de Lee Falk que comenzó a publicarse en 1936 y se considera un precursor de los superhéroes.

Aunque nunca ha cometido una locura para incrementar sus fondos, en ocasiones ha jugado fuerte para aprovechar una oportunidad. Llevaba semanas viendo un anuncio en una página de internet cuando se decidió a escribir. La vendedora le remitió una lista y le conminó a responder rápido porque un librero pretendía adquirir todo el lote. "Mandé mi lista y los precios eran muy bajos, unas revistas que poco antes había comprado por seis euros cada ejemplar me las vendía a 50 céntimos. Entonces pedí precio por el conjunto. Fue la vez que gasté más dinero y al mismo tiempo la mejor compra de mi vida".

Las posibilidades del coleccionismo son infinitas, "tantas como intereses tenemos las personas -explica Guillem Fiol-. Cualquier cosa puede ser objeto de una colección: librillos de papel de fumar, botones, figuras de acción, juegos de ordenador, muñecas, fósiles y minerales, botellas de bebidas, medallas... prácticamente todo se colecciona".

De hecho, es habitual comenzar interesándose por un tema e ir ampliando los objetivos. Fiol explica su caso particular: "Yo solo coleccionaba revistas y tebeos hasta que un sábado fui al mercadillo del estacionamiento del Western Park, en Magaluf, como no encontré nada interesante y para no regresar de vacío, compré un lote de singles de Xesc Forteza. Desde entonces comencé a buscar discos de cantantes, músicos o discográficas mallorquines".

Coleccionismo de alto riesgo

La búsqueda de un tesoro en forma de tebeo no entraña los peligros que padecía Indiana Jones en su búsqueda del Arca de la Alianza. Sin embargo, Guillem Fiol ha vivido alguna aventura en su afán por incrementar la colección. Lo cuenta en primera persona: "Hace años leí un anuncio en la revista Trueque. Lo vi durante semanas antes de decidirme a llamar. Se trataba de colecciones de tebeos a buen precio, pero había que ir a buscarlas de noche a un edificio que tenía muy mala fama. Pedí a mi hermano que me acompañara. Llegamos, subimos al apartamento y cerramos el trato. Cuando nos marchábamos el ascensor no funcionaba. Nos cruzamos con varias personas con un aspecto poco tranquilizador. Cuando al fin nos encontrábamos en el coche, mi hermano me dijo: '¿has visto la pistola que tenía colgada en la silla?' Afortunadamente no la había visto".

La difícil conservación del papel

Uno de los quebraderos de cabeza de los coleccionistas de papel es la conservación. "Primero se debe guardar bien (cuidado con el sol, la humedad, el polvo...). En segundo lugar, y por mucho cuidado que se tenga, siempre se nota el paso del tiempo y tiene una vida limitada". Aunque ninguno de los problemas frena al coleccionista: "Es lo que me gusta". Los aficionados tienen ahora armas para combatir el problema. Bolsas y fundas libres de ácido, cajas archivadoras, separadores para cualquier medida o tipo de fondo. Guillem Fiol espera dedicar más tiempo a organizar de forma adecuada la colección porque "no se pueden acumular materiales sin criterios de organización. Si no se hace así, no podemos disfrutar plenamente de aquello que atesoramos".