El tema principal de esta película es universal y atemporal: Cuando los médicos diagnostican a un familiar una enfermedad irreversible e inminente (meses), ¿es mejor decírselo inmediatamente al afectado o esperar a que esa cercanía del fin sea evidente, indisimulable? La cultura, la costumbre occidental es más partidaria (¿siempre?) de la franqueza. En la duda, decirlo cuanto antes y hacer un preduelo gradual. Los orientales por el contrario piensan que ese preduelo tiene un punto egoísta. Si el afectado quiere seguir disfrutando la vida, ¿por qué amargarle?
El toque novedoso de este filme es la picaresca. Como los dos hijos de la anciana protagonista viven fuera de China, uno en Estados Unidos y el otro en Japón, precipitan la boda de uno de los dos nietos para despedirse disimuladamente de la matriarca. Sin recargar la comedia ni el drama, el guion desarrolla además el tema secundario de la pérdida gradual de apego a la cultura, las señas de identidad nativas de esos migrantes de clase media. También se empatiza con las cuitas de la coprotagonista, la nieta que acaba de cumplir treinta años y tiene un leve síndrome de Peter Pan, no acaba de encauzar su vida. La dirección y actuaciones derrochan sencillez con trabajada profesionalidad, respetando que manda el guion. El postfinal, la coda autobiográfica de la directora en los créditos finales, es un bofetón a los que se comen el coco más de la cuenta. No una apología del carpe diem, sí una invitación, una incitación, a no despegar nunca los pies del suelo, a aceptar y disfrutar el día a día.
LA DESPEDIDA
Ocimax
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Nacionalidad: China, Estados Unidos, 100 min. Director: Lulu Wang.
Actores: Shuzhen Zao, Awkwafina, Tzi Ma, Diana Lin.
