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Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988).

Entrevista

Aixa de la Cruz: "Los hombres tendríais que escuchar a mujeres importantes"

P Tras una autoautopsia emocional de 138 páginas supongo que hablo con la persona más madura desde Bette Davis y Joan Crawford en ¿Qué fue de baby Jane?

R No, si acaso más temeraria.

P ¿Te satisface que te llamen valiente?

R Al principio lo agradecía porque no sabía si la gente iba a entender tanto exhibicionismo. Pero ahora no creo que haya sido algo valiente, porque todo lo que se vuelca en la literatura se convierte en ficción. Es imposible contar solo la verdad. Siempre hay una distancia entre el que escribe y el personaje que crea, y esa distancia en mi caso me parece cada vez mayor.

P ¿Qué libros crees que escribirás con 50 años?

R La escritura vivencial me interesa para hablar de lo colectivo y lo social, pero tampoco necesito vivencias excepcionales. La rutina y lo típico de la clase media española a la que pertenezco me basta. Quisiera seguir escribiendo sobre ello.

P ¿Crees que Cambiar de idea te va a gustar dentro de veinte años?

R Buena pregunta... Sobre todo me pregunto si le gustará a mi hija. Creo que sí porque es el primero de mis libros que gusta. Entre otras cosas, porque escribo muy rápido, algo que no ha pasado con este. La honestidad y el riesgo de la apuesta es algo que aprecio, y discrepancias aparte con lo que hay dentro de ella, no creo que deje de hacerlo dentro de veinte años.

P La primera edición es de marzo de este año. Afirmas haber cambiado de opinión en casi todo y que solo has cogido carrerilla. ¿Qué más has reformulado desde marzo?

R Me refería a que me enorgullezco de no tener certezas sólidas y estar constantemente revisándome. Aunque en estos últimos meses sí que he reflexionado mucho sobre cómo combinar mis nociones de feminismo con el tema del trabajo sexual. No es que haya cambiado de idea al respecto, pero sí me levanto cada mañana con un nuevo apunte al respecto en mi cabeza.

P “No quiero ser símbolo de nada”. ¿Por qué publicar tus confesiones y que cualquiera pueda comprarlas?

R Un símbolo es algo irrealizable para una chica de 30 años. Pero sí quiero pensar que una reflexión personal puede tener un reflejo social y colectivo.

P La creación confesional no tiene prestigio sólido en España. Por ejemplo, la dramaturga y actriz Angélica Lidell se fue a Francia. ¿Te planteaste buscar editorial fuera de España?

R Lo confesional siempre se ha ligado a las mujeres, y hoy día su valoración ha aumentado precisamente porque ha evolucionado la visión de la sociedad sobre la mujer. Pero al mismo tiempo, recientemente se han ido publicando textos de este tipo escritos por hombres, y eso también ha provocado el aumento de su prestigio. Por ello es necesaria una reapropiación, recuperar ese tipo de disertación y reasignarlo a lo femenino. ¿Sobre si iba a ser difícil publicar en España? Por todo lo anterior, no.

P Tu nivel de apertura íntima recuerda a Marta Sanz. ¿Es un referente la visión de alguien más de veinte años mayor?

R Tanto en La lección de anatomía como en Clavícula hace lo mismo: intentar convertir la experiencia personal en un artefacto político, en un síntoma del mal del sistema y del capitalismo. Su hipocondría personal como reflejo de unas condiciones generales, sociales, negativas. Sí, me siento muy cercana.

P Sanz habla en Monstruas y centauras de “competición de feminismos”. ¿El feminismo está sólido e incontestable, o atomizado y confuso?

R Ni una cosa ni la otra. El feminismo es una herramienta hermenéutica que sirve para revisar constantemente el sistema en el que vivimos. La ideología mainstream es la que domina, y nadie puede salir de ahí, solo tomar microdistancias, y desde ahí hay que trabajar para lograr cambiar algo. Además, sería sospechoso que en el feminismo no hubiera discrepancias.

P Empatizo con tu pareja, Iván (o el personaje que representa), cuando afirma en tu libro que quiere empujar a las mujeres a salir a la calle a romper cosas. Pero intuyo que no es nuestro rol. ¿Cuál es?

R [ríe] Preferiría que contestara él. Tal vez está en hablar entre vosotros y deconstruiros. Escuchar a mujeres importantes y reflexionar sobre ello aunque os parezca destructivo para vosotros. Lo importante es usar el conocimiento y la teoría contra uno mismo y no contra terceros.

P ¿Es positivo que una revista esencialmente frívola como Icon premie a Paul B. Preciado en su categoría de Literatura? [filósofo transgénero feminista, destacado por sus aportes a la teoría queer y la filosofía del género]

R Me pregunto qué dirá Paul. Supongo que algo dentro de su visión sobre la eterna lucha entre los centros y los márgenes. Pero si te quedas en los márgenes no puedes provocar cambios. Me hace pensar en las muchas letras machistas de Beyoncé frente a sus camisetas con el texto “Feminist”. En definitiva, los reconocimientos siempre son positivos.

P ¿Quieres premios?

R Quiero dinero para subsistir. Cierto grado de precariedad te hace sobornable. Por supuesto que quiero premios si tienen dotación económica, y ya pensaré en su momento si renuncio a alguno por su origen ideológico.

P Los Punsetes cantan: “Me gusta que me pegues”. ¿De acuerdo con la ilustradora Flavita Banana con que si una persona toma una mala decisión por una obra, el problema es de los valores de la persona y no de la obra?

R Sí en el sentido de que si C. Tangana escribe una letra misógina no puede servir para que nadie sienta legitimada su misoginia.

P “Biografía no autorizada del padre que no conozco” es un gran título. ¿Crees que lo escribirás algún día?

R No. Tendría que albergar mucha más rabia contra mi biopadre [así define a su progenitor biológico]. De hecho, le he eliminado totalmente de mi identidad, pues después de años me ha adoptado la pareja de mi madre.

P “Uno puede enamorarse desde el poder o desde la correa de perro en la garganta”. ¿Qué opción es más madura?

R Ninguna, simplemente las personas están más cómodas en una postura o en otra, a menudo variando en el tiempo.

P Hay un tour de force muy exigente para el lector en el último tercio del libro, revelando lo que viviste de niña, narrando de manera hipercientífica el proceso de la menstruación y reflexionando larga y muy intelectualmente sobre “La Manada”.

R Sé que hay gente que no ha conectado. En ese tramo final cambio de registro, ¡y es algo que siempre digo a mis alumnos [de escritura creativa] que no puede hacerse! Pero ese enfoque ensayístico es lo que me interesaba de este libro tras el narrativo de los anteriores capítulos, y me parece honesto hacerlo. Eso hace Preciado en Testo Yonqui, y me remito a San Agustín para comulgar con la idea de ensayo como provocación objetiva a reflexionar.

P Dices que te gustaría que la literatura fuera útil.

R Antes despreciaba la literatura “política” por panfletaria, pero ahora preferiría que me llamaran panfletaria antes que solipsista o divagante.

P La última pregunta, la más trascendente: ¿verdad o licencia literaria que un Halloween te disfrazaste de Sylvia Plath con un horno de cartón para meter la cabeza? [la escritora se suicidó asfixiándose con gas]

R [ríe] Vendría a ser una licencia, porque aunque lo planteamos entre unos amigos nunca lo llevamos a cabo.

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