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Crítica de cine

Amén

Este documental se estrena en 2019 y no en 1972 por un cúmulo de torpezas, dejadez y rencillas. El caso es que la dicha es por fin buena. En la realización Pollack y su relevo Elliott quedan a años luz de referentes como El último vals (M. Scorsese, 1978) o Stop making Sense (J. Demme, 1984). Es casi un making of del disco que posteriormente se convirtió en el más vendido de la carrera de Aretha Franklin. Prima la intención inicial de ésta, cantar en directo los temas religiosos que aprendió de pequeña junto a su predicador padre, en un entorno muy parecido, seleccionando una modesta iglesia en uno de los barrios más deprimidos de Los Angeles y su aficionado coro. Siendo algo toscos la fotografía, iluminación y montaje, sí se acierta en el cribado de los momentos más importantes del doble concierto. El primer día se ve a una Aretha más controlada y algo tímida; solo al final de esa jornada, durante el tema homónimo del filme y disco, se dispara su voz y se despendola el coro. El segundo día es (o se muestra) caótico. Se derrumba de emoción el reverendo/pianista James Cleveland, asoman sus hocicos Mick Jagger y Charlie Watts, comparte recuerdos el padre de la artista y se suceden temas que erizan el vello, mucho gospel clásico y alguna experimentación como la proselitización del You've got a friend de James Taylor. Franklin justifica tema a tema su encumbramiento como La Primera Dama del Soul. Cleveland rompe el hielo al principio: "Si algunos de vosotros es la primera vez que pisáis una iglesia, no podíais elegir un día mejor." Inmortal Aretha.

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