Es una realidad que la precariedad se ceba especialmente con los trabajadores de la Cultura. Una vez escuchados los grandes planes industriales de la consellera, preocupa que no se haya hecho mención a las grandes dificultades y problemáticas que asaltan a un porcentaje elevadísimo de creadores. Un campo en el que habría que establecer un conjunto de medidas públicas de protección como establecer unos mínimos en los honorarios que cobran, sus altas en la SS, etc. De momento, todo suena demasiado neoliberal y sectorial. Con pocos gestos a la ciudadanía.
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Análisis