En la Sala Magna del Auditòrium poco más de media entrada, que para las sesiones de ópera del Principal sería lleno absoluto. Nos referimos a la primera de las dos sesiones de una nueva producción operística del grupo Oper 4.0, en este caso Il Barbiere di Siviglia, uno de los títulos clásicos del repertorio bufo y uno de los más populares del compositor, Rossini.
En Il Barbiere casi no hay papeles menores, ya que incluso Berta y Fiorello tienen sus momentos de dificultad. Por tanto para presentar una producción que se precie se debe contar con solistas de buen nivel, y los de la pasada noche lo fueron, cumplieron con sus roles de forma profesional, pero sin aspavientos. Corrección, así a secas, fue la tónica media de los cantantes, casi todos con adecuadas voces para sus papeles aunque faltos de volumen y fuerza vocal. En los extremos de la corrección una excelente Maia Planas por la parte de arriba y un dubitativo Francisco Brito por la parte de abajo. Entre y entre se movieron los demás, aportando algunos momentos incluso brillantes como el dúo de Figaro y Rossinia del primer acto.
La orquesta hizo una lectura muy plana de la partitura. Y la directora musical optó por unos tempi un tanto lentos, lo que restó cierta agilidad a la función. Las breves intervenciones del coro tampoco fueron destacables, correctas, sin más. Todo ello, pregunto, ¿fue debido a falta de ensayos? Quizás. Si pensamos que en los programas de mano no figura ningún tipo de patrocinio, es lógico pensar que fue así. Son hipótesis. Otra cuestión es saber por qué ninguna institución se involucró económicamente en un proyecto profesional que bien valía la pena.
La escenografía ideada por Deda Cristina Colonna fue muy elemental pero efectista. Jugando con unas proyecciones (innecesarias las del bailarín) y unos elementos cilíndricos sobre el escenario se resolvieron los espacios con ingenio y gusto, eso sí: los movimientos de los personajes parecían un tanto improvisados.
