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Entrevista

Christine Spengler: "En las últimas guerras no he sido capaz de fotografiar ni una sola sonrisa, he perdido la esperanza"

"No me ha interesado nunca fotografiar sangre ni cuerpos muertos, quizás, y remarco el quizás, sea por la sensibilidad que tenemos las mujeres", declaró ayer antes de la proyección de 'Moonface. Una mujer en la guerra'

Christine Spengler, ayer, en Can Balaguer. pere joan oliver

“Durante mi trayectoria, en todos los países y en todos los conflictos, he sido capaz de encontrar y fotografiar algunas escenas esperanzadoras, sonrisas, en medio de la tragedia. Pero en las últimas guerras que he ido -Kosovo, Afganistán e Irak- no he sido capaz de fotografiar ni una sola sonrisa. Eso me ha hecho perder la esperanza en la humanidad. Todo se ha vuelto más salvaje”. Así habló ayer la fotógrafa francesa Christine Spengler, especializada en conflictos bélicos. Su presencia en Palma se enmarcaba dentro de la programación del Atlàntida Film Fest, que ayer presentó en Ca n’Oleo Moonface. Una mujer en la guerra, un reportaje sobre su trayectoria profesional y personal producido por Ibizacinefest y dirigido por Xavi Herrero.

Tiene tantas historias por contar que le falta tiempo. Recuerda, de todas y cada una de las fotografías que ha tomado, el contexto. Ha pisado los campos de batalla de Irlanda del Norte, El Chad, Vietnam, Camboya, Líbano, Nicaragua, Kosovo, Irak, Afganistán y muchos otros. Pero no buscaba cadáveres, sino la esperanza: "Siempre he huido del sensacionalismo. No me ha interesado nunca fotografiar sangre ni cuerpos muertos. Quizás, y remarco el quizás, sea por la sensibilidad que tenemos las mujeres".

Contó que de pequeña, cuando vivió en Madrid, la llevaban a los toros y al Prado. En el Prado podía pasar horas mirando los cuadros de Goya, su máxima influencia en la fotografía: "Mis fotos son muy negras y en ellas hay dolor, como en sus obras. Pero también hay algunas luces [en sus fotos] muy dulces que vienen de Velázquez", reflexionó. Esas luces son la esperanza que Spengler siempre ha buscado en sus reportajes: "¿Quién diría que en plena guerra hay niños jugando y riendo con sombreros de carnaval?", preguntó, mientras enseñaba una foto que tomó durante el conflicto en Irlanda del Norte en el que justo se ve esta escena. Aunque también advirtió que "mis fotos parecen ingenuas, pero no lo son".

A los toreros los compara con los reporteros de guerra. "Se enfrentan igual al peligro. Sin embargo, el torero lo hace a una hora concreta, en el ruedo. El fotógrafo de guerra está todo el día expuesto a la muerte". Siempre ha utilizado un único objetivo, un gran angular: "Me gusta que se vea el trasfondo, los grandes paisajes". De hecho, contó que la única vez que utilizó un teleobjetivo fue también la única que perdió una foto: "No estaba cerca de la escena, pero vi a una mujer amamantando a su hijo sentada encima del cadáver de un abuelo. ¡Qué imagen de vida! Fui a coger la cámara y cuando miré por el objetivo me percaté de que la mujer tenía medio brazo amputado. Dudé. Bajé la cámara. Y en esos segundos, ella me vio. No disparé", explicó.

Es fotoperiodista de pocos clicks en una sola escena. No hace muchas fotos, solo una o dos. "Se ve en mis negativos. Analizo el lugar y pienso la foto, no disparo por disparar". También "la mirada frontal es lo que caracteriza mi trabajo. Me enorgullezco de no haber sacado nunca una foto robada, lo que significa que no les he robado el alma", comentó.

Muerte personal

"He buscado la muerte. Lo he pasado mal", declaró. La muerte de su hermano Eric, a quien adoraba, que se suicidó con 23 años, "me hizo forzosamente más receptiva y tierna ante el dolor de las otras muertes", reflexionó. Sin embargo, dice no haber cambiado. "Mi temperamento es fuerte y peculiar, algo que necesitas si quieres trabajar en esto. No he cambiado"; y afirmó que "ahora", después de haber visto tanto horror, ya puede disfrutar de la vida.

Incansable, lo que hizo que se retirara fue la fotografía digital. "¿Cómo quieres que te envíe a algún sitio si cuando a mí me lleguen las fotos, gratis, tu aún estarás con los carretes sin revelar?". Eso es lo que le dijo a la fotoperiodista el director de un periódico para el que trabajaba. "Yo quería seguir trabajando, pero...", lamenta. También opina que las guerras, ahora, son diferentes: "Yo hubiera podido morir mil veces. Por una bala perdida, por una bomba que explota cerca? Ahora van a por ti. Los que siguen haciendo lo que yo hacía son héroes para mí", manifestó.

Ser mujer no la perjudicó, sino que en muchas ocasiones fue una ventaja para poder fotografiar espacios de mujeres a los que sus colegas hombres no podían acceder. Se vestía, en algunos países árabes, con el burka, debajo del que podía esconder su cámara.

Spengler quería ser escritora para reflejar las injusticias sociales y el dolor del mundo, algo que finalmente ha conseguido con una cámara.

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