Como una peli de relajados pudientes se ve un plano cenital tomado por un dron que sigue al yate surcando un mar azulado en un ambiente relajado de copas altas con algo espumoso y chicas molonas que acompañan a los dos vividores que se dirigen en su nave hacia la costa malagueña, en concreto a Marbella. Es una ironía, una broma, una forma de arrancar el programa para marcar el tono que más tarde mantendrá. Los dos ricachones de ocasión y para la ocasión que marca el guión son el chulapo rapero y actor El Langui y el maestro de escuela y actor boquerón Pablo Pineda, una mezcla novedosa, emocionante y emocional, diferente y complementaria, atrevida y cargada de simbolismo que apuesta por la visibilidad de la gente con algún tipo de discapacidad pero con mil capacidades más. Los dos hombres se coaligan para presentar los viernes por la noche en La 1 Donde comen dos, dejando claro que se lo pasan bomba y que son unos vividores de mucho cuidado. Envidia que me dan. Llegaban en la anterior entrega al puerto de Marbella y enseguida se sentaban a la mesa del restaurante allí tiene Dani García, y en verdad escribo que me dieron ganas de presentarme por si, por caridad, había sobrado algún restito de las suculentas viandas que llegaban a la mesa. Porque hay que explicar, si es que no conoce el programa, que a estos pájaros les ha tocado la lotería del buen vivir, vamos, lo que a mí me mola casi más que ninguna otra cosa, comer ricuras de pescado y viajar, sea donde sea, viajar incluso a Marbella, aunque prefiero un buen espeto de sardinas sentado a la bartola frente al mar en cualquier chiringuito de El Palo, más popular que la primera parada y donde los colegas invitaron al también actor Jesús Bonilla. Ese es el espíritu de Donde comen dos, buen rollo, buena comida, magníficos destinos -Roma, donde fueron saludados por el papa Francisco en la plaza de San Pedro, Valencia, Madrid, o Extremadura- y haciendo patria, dejando claro que tener síndrome de Down no impidió a Pablo Pineda -con plaza pública en su ciudad, Málaga- ser el primer europeo con ese trastorno genético en terminar una carrera universitaria, además de conseguir la Concha de Plata en el festival de San Sebastián por su trabajo en Yo, también -año 2009, de Álvaro Pastor y Antonio Naharro, con Lola Dueñas-.

Malnacido Trump

También queda claro en Donde comen dos que tener parálisis cerebral no impidió a Juan Manuel Montilla, El Langui, hacer películas, series, colaborar en programas de radio y televisión, componer y dar conciertos, y reírse con ganas de su torpeza y falta de movilidad. Ver a este par de dos apretarse unas sardinas como el mar manda te devuelve la fe, resucita al desfallecido de la vida, e incluso eres capaz de ver como graciosa y no como maleducada ni sardesca a Paz Padilla, que trata de imitar con la vulgaridad que la caracteriza a Isabel Pantoja, la superviviente que no necesita rayos uva de mentirijilla para estar más tostada que el propio Alfonso Arús o que el sinvergüenza empresario Donald Trump, que sabe cómo agitar el avispero del mundo para que la rica miel de los chorros de dinero le lleguen a sus putos y malditos bolsillos, ya sea tocando la tecla china, mejicana, o ahora británica. Malnacido. Ya sabemos que sí, que donde comen El Langui y Pablo Pineda -qué tío más sensible, qué lágrima más fácil y bonita tiene el puñetero, qué abrazos tan tiernos le da al pillo rapero- pueden comer más de dos, lo que no sabemos es si donde come una Campos comen más, dos, tres, o ve tú a saber. Lo digo porque la señora de la ex papada Carmen Borrego -díscola, la mayor no lleva el Campos en su primer apellido sino el Borrego, beeeh, beeeh, de su papito- se fue de Sálvame como lo hacen en ese club de alterne, hoy me voy yo, luego vuelvo y te vas tú, pactamos un sonoro portazo, montamos un poco el número, y así vamos tirando. Pues bien, la Borrego se fue pero fue llamada de inmediato -a las eminencias se les persigue por el universo para que no dejen de iluminar su alrededor- por Viva la vida, lo de Emma García, que antes fue de la reina madre Campos S.A. Al grano. ¿Saben lo que dicen que va a ganar la gañana Borrego por el ratito que eche? Sobre 500 euros. Claro que con eso Terelu no tiene ni para churros. Pero me entero de que esta saga es como un castigo nacional, otro. Y ya hay otra pimpolla en acción. Se llama Alejandra Rubio, otra mini Campos cuya carrera ya se vislumbra porque suena para la próxima edición de Gran Marrano VIP. Así que no, donde come una Campos no comen dos, ni tres. Hacen falta muchas Campos para que coman las Campos.

Noche de Amor

Eh, que falta en esta página la maldición, otro castigo nacional de primera magnitud, y pide paso a trompicones, levantando la barbilla de chivo el líder de la mula. Paréntesis. La señorita Amor Romeira -ex gran hermana, al fin cambió su sexo para adecuarse a lo que ella sentía- dice que le gustaría acostarse, o tirarse, o trajinarse, o que la empotre Santi Abascal para "quitarle todas las tonterías". A ver si lo de Pecho Henchido es una cuestión de mal follado. Pues eso, que ahora la han emprendido contra Javier Maroto, jefazo del PP, "porque es un trepa que se aprovecha de ser gay" para tener ventajas -¿por enfermo, por condenado por el cielo?-. Hala, Romeira, chica, date un revolcón con estos tipos a ver si se les abre el ojete del coco. Y si no, que lo haga Naranjito, aunque el inquieto Alberto Carlos Rivera ya lo ha dicho como él dice las cosas, ajustándose la manga de la camisa, atusándose el flequillo o enderezándose la corbata y la chaqueta, donde comen dos, no come VOX€ por ahora. ¿Qué cenarán la primera noche de amor entre PP, Cs y Santi? Servidor, sin pensarlo, prefiere tocar en la puerta de Pablo y El Langui por si el tercer comensal aún no lo tienen claro y hacer realidad el dicho, donde comen dos, comen tres.