Dina Hotel. El boom del turismo que empezó en los años 60 del siglo pasado en Mallorca es el eje escenográfico sobre el cual gira la acción de esa nueva producción de l'Elisir d'amore de Gaetano Donizetti y que presenta estos días el Teatre Principal de Palma dentro de su temporada lírica.
José Martret ha trasladado la historia a un hotel de la costa mallorquina, frente al mar. "A. H." leemos en los cristales que simulan la entrada principal: Adina Hotel, supongo.
En el hall primero y en la cafetería/restaurante después, se suceden las historias de engaños, amores, lamentos y final feliz, con un elemento común que es el de la sonrisa, la comicidad contenida y controlada. Y esa traslación no ha hecho más que enriquecer la puesta en escena que resulta brillante y plásticamente muy efectista, contando, eso sí, con la ayuda de un vestuario espectacular que firma nada menos que Lorenzo Caprile, una iluminación sobresaliente y unos decorados diseñados por Alessio Meloni con colores muy al estilo Almodóvar.
Los movimientos escénicos son correctos. Entradas y salidas de turistas están controladas. Incluso el director de escena se permite un toque de humor cinematográfico, convirtiendo un muy llamativo elevador en el "ascensor de los hermanos Marx".
En resumen, un diez para esa escenografía colorista, nueva y del todo funcional.
El botones, la directora, la jefa de personal, el capitán de barco y el charlatán. Sí, todos esos personajes configuran la trama. Pasan de ser campesinos en la versión original a trabajadores y visitantes de esa Mallorca de hace cincuenta años y que se convirtió en un referente (para bien y para mal) del Mediterráneo. Aquí Nemorino es botones de un hotel de cinco estrellas, enamorado de la directora, Adina, que a su vez piensa casarse no con un militar sino con un capitán de crucero, Belcore. A su vez el embaucador Dulcamara llega para vender licores, hierbas mallorquinas y otros productos a unos precios desorbitados. Gianeta, la jefa de personal al final nos da a conocer el porqué del éxito de un elixir que no lo es.
Xabier Anduaga es un tenor vasco, jovencísimo, pero a quien debemos augurar un futuro muy prometedor. Estuvo realmente bien, muy bien en ese rol de Sacarino enamorado y paciente. Tiene una voz espléndida para ese rol. Y para muchos otros de la gama lírica. Tiene agudos potentes, muy potentes y los combina con unos pianos de una gran delicadeza.
Sara Blanch, a quien Caprile mima mucho con el vestuario, casi regio, estuvo al mismo nivel. Una Adina perfecta. Teatralmente y vocalmente. Un disfrute.
De Joan Martín Royo no podemos decir más que lo que ya hemos dicho en otras ocasiones. Profesionalidad y musicalidad exquisitas. Canta muy bien, enlaza las frases como nadie y tiene un saber estar escénico envidiable. Lo mismo sirve para Simón Orfila, nuestro barítono de referencia. Una vez más demostró que no han sido producto de la suerte los reconocimientos que los Amigos de la Ópera le han otorgado como una de las mejores voces de las temporadas de los últimos años. Irene Mas, como Gianetta, cantó bien sus pequeñas, pero nada fáciles, intervenciones. Destacando su protagonismo en el coro de mujeres del segundo acto.
El coro tuvo sus más y sus menos. En alguna ocasión le faltó musicalidad. Sobre todo en las tesituras masculinas. De todas maneras no desmereció el nivel global de la función.
Y para finalizar, la orquesta. Nuestra Simfònica, a las órdenes de la directora taiwanesa Yi-Chen Lin sonó bien. Acompañó con soltura los recitativos, las arias y dúos y los tutis vocales. Un pero: en algunos momentos mostró cierta aceleración que se arregló sobre la marcha. Nada irrecuperable.
L'Elisir d'amore de Donizetti
XXXIII Temporada d'Òpera
Teatre Principal de Palma
****½
Solistas vocales: Cor del Teatre Principal. Orquestra Simfònica de Balears
José Martret, director de escena
Yi-Chen Lin, directora musical. 28-04-19.
