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A prueba de críticos

Con Glass, M. Night Syalaman cierra una trilogía precedida por El protegido (2000) y Múltiple (2016). La primera, encabezada por Bruce Willis y Samuel L. Jackson, es un homenaje a los superhéroes con trama añadida de tragedia personal. La segunda trata de un hombre con múltiples, 23, personalidades (McAvoy); una de ellas tiene también un poder, una fuerza sobrenatural, y adicción a los asesinatos en serie. En este tercera entrega, tras la captura de los tres, una psicoterapeuta (Paulson) es autorizada a tratarles durante tres días. Si no lo consigue les espera cadena perpetua o incluso el cadalso.

El homenaje del director a los cómics es más que evidente. La premisa argumental tiene gancho, al menos para audiencias que sólo buscan entretenimiento. Como realizador también tiene un oficio envidiable. Juega mucho, bien, con los encuadres, los paneos de cámara, la ambientación. En la música, le puede el efectismo. Los actores se lucen con papeles destinados a ello. McAvoy con sus desdoblamientos, Willis sus muecas de churruscado, Jackson de loco. ¿Y el guión? Ah, el guión. Aquí es donde chocamos continuamente los muy respetables espectadores y los siempre cuestionables críticos. Un posible motivo es que los primeros ven lo que quieren ver, lo que han ido a ver; y nosotros analizamos patrones o detalles que a ellos poco les importan: La mezcla aleatoria, caprichosa, de géneros, la ausencia de tema, los sentimientos impostados, la endeblez, el estereotipamiento de los personajes o la acumulación de situaciones inverosímiles, entre otras minucias. Pero el respetable manda, confirmado por la excelente recaudación de este filme el fin de semana.

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