Una buena estructura, un buen guión, entrañables escenas cronológicas con intérpretes (Miquel Àngel Torrens, Clara Ingold i Joan Manel Vadell) metiéndose en la piel de personajes históricos como Gaspar Bennàssar, Maria Antònia Salvà, Uetam, Costa i Llobera o Matilde Escalas, entre muchos otros, magníficas versiones de temas como Tot pel pis, Volver y La Balanguera e imágenes antiguas de Ciutat. La mezcla de todos estos elementos resultó ser la perfecta combinación para que la gala de ayer de los premios Ciutat de Palma fuera amable, romántica y divertida. Quizás a algunos les despertó un tímido sentimiento de nostalgia imaginando aquella Palma de principios del siglo XX, tierra fértil para artistas de todos los ámbitos, tan distinta a la de hoy.

La gala de ayer fue una declaración de amor a Palma y a su gente: a la que ayer llenaba el Teatre Principal para celebrar el talento, la creatividad y la crítica de los artistas que se llevaron un premio, y también a todas aquellas personas que, en un momento u otro, sirvieron a Ciutat con sus palabras, sus pinceles, sus melodías, sus edificios.

Con carga política

Pero fue también una declaración de intenciones llena de firmes manifiestos políticos. Quizás el más impactante fue el del alcalde de la ciudad, Antoni Noguera, que ofreció una réplica velada a Mateu Isern y Fulgencio Coll -o a la derecha en general- que amenazan con "recuperar" los premios Ciutat de Palma en castellano. "¿Este es el principal reto de Palma?", preguntó el alcalde al público. "Evidentemente que no. El reto de esta ciudad pasa por el acceso a la vivienda, el modelo turístico y la movilidad sostenible". Además, describió la cultura como "el mejor antídoto contra la ignorancia, el racismo, la violencia que asesina mujeres. Una ignorancia que nos quiere llevar 40 años atrás".

El concejal de Cultura, Llorenç Carrió, estuvo algo más discreto, pero no se olvidó de mandar saludos a Valtònyc y de reivindicar la libertad de expresión.

Joan Manuel Pérez i Pinya, Rosa Maria Calafat y Aina Salom y Carme Planells fueron los premiados -Poesía, Novela y Artes Escénicas, respectivamente- que utilizaron la tribuna como espacio de reivindicación.

Así, el poeta quiso sumarse a la denuncia "contra los ataques a la libertad ideológica y de expresión, a la prisión injustificada, la muerte evitable de los que huyen de la miseria, contra el abuso de género" y mencionó que su deseo es que pronto se imponga "el sentido común y la justicia humana sobre una idea de poder mercantilista y colonial".

Calafat, por su parte, hizo una potente y sólida defensa del derecho de las lenguas "a ser en su lugar de origen, en este caso la catalana". Y Aina Salom, manifestó que "no retrocederemos ante las nubes grises que han aparecido en estos últimos tiempos".

Palma es una ciudad viva gracias a toda la gente que, en un momento u otro, la transita. En su historia están las huellas de todos los artistas, los de ayer y los de hoy, y de todas las decisiones políticas. Las fotos antiguas dan fe de ello.