"Exquisito Flotats", "una lección de interpretación", "un tour de force admirable" y "un encendido y chispeante debate" son algunos de los elogios que la crítica especializada ha dedicado a Voltaire/Rousseau. La disputa. Un montaje que, tras su éxito en Madrid, llega ahora a los escenarios mallorquines, en concreto al Teatre de Lloseta, donde se representará el próximo 28 de febrero.

Acompaña al gran Josep Maria Flotats en este canto a la libertad de expresión que dirige Jean-François Prévand otro ilustre de las tablas, Pere Ponce, el primero en el papel de Voltaire, el segundo, en la piel de Rousseau, quien, acusado en un planfleto anónimo de haber abandonado a sus cinco hijos, recurrirá al autor de Cándido o el optimismo para averiguar quién es el autor de esta abominación. Un encuentro que permitirá al público asistir a una gran escena doméstica, donde los dos filósofos enfrentan sus ideas acerca de Dios, la igualdad, la educación y el teatro. Dos maneras igualmente generosas pero muy distintas de concebir la sociedad.

Frente a Voltaire, defensor de la cultura y el academicismo, Rousseau explotará con su espíritu incendiario, en un espectáculo que triunfó en el María Guerrero, la sede del Centro Dramático Nacional, donde se estrenó esta versión, con traducción de Mauro Armino, fiel a un original que pisó las tablas por primera vez en París, en 1991.

"Si Voltaire y Rousseau hubieran tenido Twitter, la Fiscalía habría actuado contra ellos", aseguró en su presentación en la capital el actor Pere Ponce.

Tanto Voltaire como Rousseau fueron cabezas visibles del movimiento ilustrado frente al Antiguo Régimen, pero si el primero estaba más cerca de la nobleza, la razón y el progresismo moderado, Rousseau era plebeyo, apasionado y más cercano a lo que hoy se consideraría izquierda radical.

"Rousseau era un revolucionario que hoy estaría en la plaza del 15-M, y pensaba que la cultura era una trampa que esclavizaba a la sociedad", subraya Ponce.