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A Tiro

Los silencios del Pla de Cultura

El documento, que será la hoja de ruta de las políticas culturales hasta 2028, adolece de un diagnóstico valiente, realista y crítico sobre dos aspectos capitales: la precariedad que golpea al sector y el preocupante estado actual de los servicios y la función pública de la cultura.

Los silencios del Pla de Cultura

Cualquier ciudadano que decida consultar el Pla de Cultura del Govern, disponible online, detectará en cuanto lleve una veintena de páginas vistas que el documento que pretende ser la hoja de ruta de las políticas culturales es inconcreto hasta el paroxismo. Generalidades, a veces vaguedades. Más que ideas, yo diría que hay palabras, muchas palabras. Tampoco hay calendarios y pocas menciones a la disponibilidad presupuestaria (se recomiendan aumentos del 50% para las cuentas de cultura). Cifras hay algunas: consumo cultural o la evolución del presupuesto en cultura de esta legislatura para que al lector le quede bien claro que la conselleria, relatora principal del Pla, está haciendo las cosas bien. Pensaba que había otros foros más adecuados ahora que vienen elecciones para recoger aspectos autoelogiosos de un partido político al frente de una gestión.

De lo que adolece el Pla es de un diagnóstico cualitativo valiente, realista y crítico sobre dos aspectos: la precariedad que padece el sector y el estado actual de los servicios y la función pública de la cultura, y no me refiero sólo a presupuestos, sino a que su funcionamiento tenga verdaderamente un retorno social y esté vinculado a la educación (alguna medida nueva se contempla).

Los aspectos con mayor concreción del documento son los que hacen referencia a dos aspectos: a la creación de más organismos, enfocados exclusivamente al sector cultural, y la puesta en marcha de más eventos o actividades, como la Nit de la Lectura. Con ello, no estoy diciendo que todo lo citado sea innecesario, sino que no se han trabajado en paralelo otras medidas que vislumbren un cambio de modelo y refuerzen los servicios públicos más allá de inyectarles dinero. Llegados a este punto, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿En realidad busca este Pla un cambio de paradigma? ¿Dónde están las medidas para desactivar los intereses particulares, privados, corporativos y también políticos y electoralistas de los patronatos de los museos e instituciones y organismos culturales? ¿Hay medidas (no me refiero a las buenas prácticas y su interpretación sectaria) para blindar el interés y la función pública de los mismos? ¿Qué clase de Consell de la Cultura tendremos? ¿Velará por las políticas públicas o se dedicará a convertir los problemas sectoriales en los problemas públicos de la cultura? ¿Por qué no se habla de turismo cultural o de modelo de ciudad en el Pla cuando son dos aspectos que están marcando la agenda política en cultura de esta legislatura?

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