Mads Mikkelsen es porte, prestancia, simpatía, amabilidad, humor y encima sabe actuar. Es uno de los grandes actores europeos al que Hollywood le ha tendido la alfombra roja, de momento para hacer de malo. Toma un café en la terraza del Hotel Cort junto a Sandra Seeling, la directora del Evolution!, festival que acaba de premiarle con el Vision Award 2018. A las 11 en punto, el actor danés, una gran estrella para los cinéfilos por su impactante papel en La caza, advierte educadamente de que es la hora del encuentro con los medios. Sube el ascensor del establecimiento y posa en la azotea colocando a la perfección cada milímetro de su cuerpo. Sin exigencias a los fotógrafos. Sin mirar el reloj. Profesional. Afable.

Empieza la charla encendiendo un pitillo, pidiendo antes permiso al respetable. Y arranca con varias reflexiones sobre su última película, Arctic, una historia de supervivencia dirigida por el director novel Joe Penna y que ayer se proyectó en CineCiutat. "El protagonista, que ha sobrevivido a un accidente aéreo en el Ártico, empieza a encontrar cosas nuevas en su día a día y pasa de sobrevivir a vivir", explica. "Es una cinta pequeña, pero una gran película", considera el intérprete, habitual de Mallorca desde hace 20 años. "Acepté hacerla porque el guión me pareció muy radical y alejado de los tópicos". El de Arctic ha sido el rodaje más duro al que se ha enfrentado Mikkelsen. "Tenía que durar 35 días en Islandia y finalmente se redujo a 19 porque se acabó el presupuesto. Rodábamos 20 horas seguidas", relata. El clima tampoco acompañaba. "Pienso que ese tiempo gélido y la naturaleza son un personaje más en la película", agrega.

En esta ocasión, Mikkelsen encarna a un hombre corriente y no a un villano, rol en el que se ha especializado en Hollywood. "Ojalá esta película sea el puente para hacer otro tipo de papeles en Estados Unidos", confiesa. Pese a este anhelo, al actor le place interpretar a villanos. "Siempre le busco el lado positivo a los malos. Con los buenos hago lo inverso: les busco su parte negativa. Así soy menos maniqueo", reconoce.

En el capítulo de malvados, también hubo espacio para comentar ciertos aspectos de uno de sus personajes más conocidos, Hannibal (el de la serie). "No le veo como una persona. Es como un símbolo del ángel caído. Él ve belleza en todas partes y en todo lo que hace. Como humanos, siempre buscamos el otro lado. Hay en nosotros una lucha interna entre el bien y el mal. En él, no. Además, Hannibal intenta educar al mundo según su propia visión de las cosas", señala. "Es un papel duro a nivel psicológico, muy diferente del de enemigo de Doctor Strange, complejo a nivel físico. ¡Yo ya no tengo 25 años!", exclama.

Acerca del boom de las nuevas producciones danesas, ya sea de cine o televisión, Mikkelsen señaló que todas ellas beben de los maravillosos años 90, cuando una generación de cineastas y actores (entre los que él mismo se encontraba) inventaron Dogma 95. "Ahora es más fácil para los jóvenes porque las bases las pusieron otros. Me gustaría ver cosas diferentes y más locas a nivel visual en esta nueva generación", apunta. En su opinión, aún queda mucha radicalidad en los cineastas que impulsaron aquella revolución de cámara en mano que buscaba la pureza del cine. "Lars von Trier aún es radical", considera. "Yo soy muy fan de la palabra radical, me gusta ver mi nombre asociado a este concepto. Si bien es cierto que lo que ahora es radical para mí seguramente no lo es para alguien de 20 años". Mikkelsen es de los que se implicó en el cine hiperrealista danés, el de las primeras películas de Nicholas Winding Refn como Pusher. "En este tipo de filmes sí se refleja lo que es la sociedad danesa. En las series de televisión no tanto: sí tienen un estilo realista, pero detrás hay una agenda, se quiere contar algo de un modo determinado. La sociedad danesa no es tan happy como reflejan", opina.

La economía gestual es una de las metas para este actor que empezó como bailarín. Aspira a conseguir el minimalismo de Buster Keaton, "comunicar lo máximo con lo mínimo". En La caza lo consigue.

Entre calada y calada (ya van cuatro pitillos), Mikkelsen comenta que en Dinamarca las mujeres ya son las jefas de todo. "Como en esta entrevista, todas sois periodistas y habéis hecho unas preguntas muy interesantes", celebra.