¿Qué nos ilustra su Concierto Latino?
En 2011 escribí mi primera obra para piano y orquesta ExPatria porque quería utilizar la música para denunciar la situación venezolana. Se la dediqué a las 19.336 víctimas de homicidios y sirvió para hacer llegar el mensaje de la terrible crisis venezolana a todo el mundo. Cuatro años más tarde quise escribir mi Concierto Latino, un recital sobre quiénes somos como latinoamericanos. Quería hablar de la dualidad de todas las bondades de nuestra tierra como los ritmos y la belleza latinoamericana y a la vez de estas sombras oscuras que no nos permiten evolucionar. Es un concierto muy rítmico, dinámico, virtuoso y muy lírico pero también por debajo de esta simpatía latinoamericana se aprecian esas sombras.
Con su música busca implicar al público con el sufrimiento que vive su país.
En Venezuela hay una crisis tan bárbara que la gente no tiene para comer. Huyen a pie hasta Perú y Colombia. Lo que me interesa es rescatar el país, ayudar para poder enviar al mundo ese mensaje. Llevo diez años denunciando la situación. Intento utilizar mi plataforma y aupar a los demás para que también lo hagan. Estoy intentando sacar de Venezuela a los músicos. El caso más emblemático ha sido el de Luis Magallanes, un tenor venezolano maravilloso que vivió en mi casa cuatro meses. Le encontramos financiación para que pudiera continuar sus estudios en la Real Académica de Música de Dublín. Le cambiamos la vida trabajando en comunidad. Para mí la música es un instrumento no solamente como artista sino también como disidente.
Se ha mostrado muy crítica con El Sistema y con Dudamel...
Estamos en polos opuestos. El que le da la mano a una mafia, a una dictadura y a un tirano es parte del problema. Como artista siempre he sentido que necesito utilizar mi plataforma y mi voz para contarle al mundo lo que nos pasa porque aún hay bastante silencio sobre Venezuela. La sobrevivencia de mi país es más importante que mi carrera.
No es fácil encontrar artistas comprometidos políticamente y usted ya lleva diez años. ¿Es un rol difícil?
Me ha cambiado la vida y he cargado con una tristeza enorme. Son miles y miles de personas, que viven en una desesperación constante. El artista está acostumbrado a que le aplaudan pero una vez que fijas una posición en contra de la injusticia, te conviertes en blanco de ataques, de críticas que afectan a tu vida y a tu carrera.
La música es una buena plataforma de denuncia.
Sí, como ha sido utilizada en el pasado y como la utilizan los músicos de rock, pop y en todos los géneros del arte. Además ha tenido su efecto. El martes anunciaron que me acaban de otorgar el Beethoven Prize en Bonn. Soy la primera mujer en ganarlo. Es un premio muy importante porque reconoce mi trabajo como artista y como alguien que utiliza la música para hablar sobre temas políticos y sociales importantes en este momento. Poco a poco el mundo va entendiendo que los artistas clásicos tenemos una responsabilidad.
Imagino que regalará improvisaciones al público mallorquín...
¡Por supuesto! No me dejarían salir del aeropuerto si no lo hago. Es parte de quien soy y me encanta hacerlo. Espero que tengan preparados unos temas representativos de la isla.
¿El hecho de empezar como una niña prodigio ha marcado su carrera?
Naces como eres pero tu identidad como niño prodigio se basa en lo que puedes hacer. Es distinta a la de un niño que tiene una infancia normal. No es fácil porque te haces muchas preguntas sobre tu identidad. Es un tema complejo. Hay estudios que dicen que la mayoría de los niños prodigio no sobreviven a estas etapas y dejan de tocar. Dejé el piano en varias ocasiones. La época más larga fue de los 18 a los 20 años porque necesitaba hacerme muchas preguntas y encontrar mis respuestas, sobre todo, quería saber por qué yo quería ser músico. Ser niña prodigio me ha marcado pero he salido bastante bien del asunto. Tengo mucha fuerza interior y eso me ha ayudado a sobrepasar etapas y sacar lo mejor de cada una de ellas.
