Hay que reconocer el mérito que tiene la organización de la Nit de l´Art y el esfuerzo coordinado de galeristas y demás agentes del mundo cultural que año tras año intentan acercar el "temido" arte contemporáneo a un mayor espectro de público. Sin embargo, el problema es que aunque sí consiguen una asistencia masiva, la mayoría de gente que acude a las galerías, quizá más movida por el ambiente de fiesta que por el amor al arte, no volverá a pisar otra exposición hasta la nueva edición de la Nit de l´Art. Es por esto que la responsabilidad de aprovechar la oportunidad que brinda una noche como ésta es máxima.
El reto no es atraer a muchas personas a las exposiciones, sino sobre todo, y lo más difícil, fidelizarlas: convencerlas para que tengan el deseo de volver pronto. Por este motivo, es necesario que las exposiciones programadas para la Nit de l´Art sean propuestas atractivas y fáciles de comprender para el público no especializado, que es a quien va dirigida principalmente esta mágica noche. Igual que reconocemos sin complejos que la poesía de Bécquer es más sencilla que la de Góngora, sin que esto implique falta de talento o mérito en ninguno de los dos casos, hay que entender que con las artes plásticas pasa lo mismo. Quizá eso, junto con una mejora en la educación visual en edades tempranas (entre otras cosas), ayudará a sembrar la semilla que propicie la creación de un hábito cultural en este sentido.
