Daniel Monzón (Palma, 1968) asegura que no se le cae el alma a los pies cuando ve fragmentos de sus películas anteriores. “De hecho, las quiero mucho y sé por qué hice cada una de ellas”, señala. “Pero con Celda 211 ocurrió algo distinto”, comenta. Con la película que esta noche (20 horas) se proyecta en el Centre de Cultura Sa Nostra, una actividad enmarcada en el ciclo dedicado a Monzón organizado por el Arxiu del So i de la Imatge, el director vio que la reacción de los espectadores en todas las partes del mundo a la que viajó la cinta era idéntica: “Arrolladora, veías a la gente al filo de la butaca”, evoca. De hecho, fue la cinta que le abrió las puertas de Hollywood. Paul Haggis adquirió los derechos, no sin antes pujar con otros pesos pesados como David Fincher o Mel Gibson. El propio Monzón rehusó dirigirla porque se veía como una pequeña pieza del engranaje en una superproducción americana. “Mis películas quieren ser entretenidas y atractivas para el público, pero tiene que ser mi voz. ¡Qué pinto yo en una producción de ese calibre! De momento, prefiero trabajar aquí”, confiesa.

El mallorquín ya tiene lista la que será su próxima película, Yucatán, que se estrenará el 31 de agosto en cines. Un giro total en cuanto a género respecto a su último trabajo, El Niño. “Es un error pensar que la comedia no tiene nada que decir. El apartamento es una comedia y dice muchas cosas interesantes. A mí me apetecía ahora reírme de mí mismo y hacer reír a los demás. Quería hacer ese regalo al espectador porque a mí otros cineastas me lo han hecho con sus películas. Yo veo la comedia como un acto de generosidad”, asegura.

Yucatán es una comedia de personajes que sucede en un crucero que parte de Barcelona y pone rumbo a México, pasando por Casablanca, Tenerife y Brasil. El reparto vuelve a contar con Luis Tosar, “que es divertidísimo”. “Luis es un actor enorme: te hace drama, comedia y hasta musical. En la cinta se marca una canción a lo Hugh Jackman”, desvela.

La modestia de Monzón no le permite definirse a sí mismo como uno de los últimos directores de cine clásicos, esto es, como hasta ahora se había entendido el celuloide. “Quiero pensar y deseo que no sea así. Ahora mismo hay cineastas jóvenes maravillosos, como Carla Simón, que la manera de empezar que tienen es haciendo películas pequeñas, pero espero que cuando lo deseen puedan hacer una película más grande si así desean”, indica.

El director isleño pero residente en Valencia también reconoce que ha recibido ofertas de grandes plataformas de contenidos para realizar una serie. “Pero he dicho que no. De momento hago cine. Lo de las series es un formato que me interesa porque el cine tiene la tiranía de la duración y en las series puedes desarrollar más los personajes”, opina.