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Crítica de teatro

Los celos y otros monstruos

Entre el dramón epistolar, la danza contemporánea e incluso el terror (esos apuntes sonoros?) se mueve lo último de Kiti Mánver -quizá más en forma que nunca-, auténtico reclamo de una pieza frágil, que va al límite en su intento de atrapar a un público amplio, y que quizá habría ganado con una propuesta más íntima: sin el envoltorio de una música que llega a estar demasiado presente, sin esa voz en off que substituye por momentos a la protagonista (¿Por qué no lo cuenta ella misma en el escenario?) o despojando de elementos accesorios una escenografía que llega a ser cargante -me sobra, por ejemplo, esa plataforma giratoria, imagino que metáfora de la noria emocional en la que vive el personaje central-. No conozco la novela Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible, escrita en el siglo XIX por Constance de Salm, que sirve de base para el montaje, pero parece contener todos los elementos dramáticos como para funcionar casi por si solos. No hacían falta subrayados para vehicular la pasión, la ansiedad, la desconfianza, la impaciencia y los celos que vierte esta mujer bella, que pasa de los 50, sofisticada, de clase alta, perdidamente enamorada de un apuesto joven; y más si tras esa visceralidad está el oficio y la voz de Mánver. Impacta el giro final, especialmente si nos transitado el libro de referencia, conmueve comprobar hasta donde te puede llevar la obsesión, ese aparente amour fou, pero a esa meta llegamos quizá algo exhaustos, sobrepasados por la intensidad de una desesperación a la que le faltan matices para poder sentírtela cuando menos un poco tuya.

Sensible

Trui Teatre

**½

De Constance de Salm. Versión y dirección: Juan Carlos Rubio. Intérpretes: Kiti Mánver y Chevi Muraday.

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