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A tiro

Instituciones y legados, mala ecuación

Desdén institucional, desinterés, adormecimiento, fleco legal, fondos finalistas, encallamiento, traba burocrática, retrasos financieros... Cada vez que un legado privado ha caído en manos de la Administración éstas han sido las palabras clave que han acabado saliendo en las noticias que al principio celebraban cómo una institución salvaba un patrimonio artístico de interés general. Como la experiencia es un grado, cada vez que un organismo público balear se acerca a saber con qué interés (¿rédito político?) a alguno de esos legados, el radar se enciende y uno se pone en estado de alerta. Cuando Marina Planas explica que la Agència de Turisme de Balears está interesada en el archivo de su abuelo, el gran fotógrafo Planas i Montanyà, emergen no sólo esas dudas sino también analogías con proyectos que llevan años estacionados, como el de Toni Catany.

Que el Arxiu Planas necesita una inyección de dinero público para digitalizar y catalogar la historia reciente de la isla en forma de fotos y postales es más que innegable. Máxime cuando lo que allí se custodia es la historia del turismo, lo que supuso su llegada masiva, la transformación de paisaje y paisanaje, cómo impactó en la sociedad, cómo se creó un relato acerca de una fantasía colectiva que todavía hoy pervive: el turismo como forma de evasión, quiénes éramos antes del desembarco de visitantes, la convivencia de la pobreza y austeridad de gran parte de la población autóctona con el hedonismo, el ocio y la diversión de los que nos visitan (¿han cambiado tanto las cosas?), cómo empezaron a comercializarse los recuerdos de las vacaciones, etc. Es decir, un relato de la Mallorca que ha acabado siendo como ahora es. Un archivo imprescindible para entender qué somos, dónde estamos y el porqué de todo. Pura sociología, una asignatura que no cubre ni la ecotasa ni política cultural alguna.

Por el momento, el trabajo en el archivo es de voluntariado. Es posible que pasen muchos años hasta que éste pueda abrirse al público, pero el empuje de Marina Planas ya le está insuflando vida. Celebro que la heredera esté convencida de no mover ahora mismo el archivo de lo que fue Casa Planas en la avenida Sant Ferran, ése es su sitio natural y su desalojo podría suponer el final. Si las instituciones culturales no están para salvaguardar nuestra memoria colectiva, custodiada muchas veces en archivos y legados privados, ¿para qué están?

Subvenciones. Las nuevas ayudas presentadas esta semana por Illenc no suponen un nuevo modelo de apoyo al sector. Fanny Tur no les ha imprimido ni un ápice de ese cambio que propugna. Y el tiempo corre. Vuela.

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