Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La dolce vita

Cuando se cita a la Fontana di Trevi algunos pensamos en aquella mítica escena de La dolce vita de Fellini, con Anita Egberg y Marcello Mastroiani. Imágenes para la historia del cine y para la memoria colectiva.

Pero la música que imaginamos para la misma fuente es más la de Ottorino Respighi que la de Nino Rota, ambas muy conseguidas.

Y es que Respighi también escribió la crónica de una ciudad, Roma, a través de la música con esos tres poemas simfónicos que son Las fuentes de Roma, Los pinos de Roma y Las fiestas Romanas.

El pasado jueves y como décimo concierto de temporada, la Simfònica interpretó, en la segunda parte, un monográfico Respighi a través de las dos primeras composiciones citadas.

La Orquestra estuvo bien, quizás un poco falta de sonido y sin esa magia que últimamente la caracteriza, pero bien, no para excelente pero sí para notable. Enhorabuena al director, Pablo Mielgo, que hizo bien en incluir esas partituras en un programa; Respighi merece más difusión.

En la primera parte esa obra brutal que es el Concierto para piano número 3 de Rakhmàninov. Brutal para el intérprete, que pasa de contratiempos a síncopas, de acordes melódicos a escalas trepidantes? sin descanso. Toda una batalla con la técnica, el sonido y la musicalidad.

Pocos pianistas se atreven a ofrecer en directo esa composición capaz de salvar de la locura al intérprete australiano David Helfgott, como bien se muestra en Shine, la película que le valió un Oscar a Geoffrey Rusch.

Sergei Babayan es uno de esos solistas atrevidos. Y lo demostró el pasado jueves con una lectura más que correcta de la obra, a la que dotó de energía y tremendismo, aunque pecó de falta de sonido en los pasajes más líricos, como en el inicio cuando el piano expone esa hermosa melodía que aparece y desaparece durante todo el primer tiempo. La orquesta estuvo aquí titubeante, con algunos momentos de casi desencuentro con el piano y además exagerada de sonido, lo que hizo que la versión no pueda calificarse del todo de magnífica.

No hubo bis. Una lástima, aunque se entiende: el esfuerzo del solista es tal que no da para otras sutilezas.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.