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Opinión

El siguiente, Toni Nadal

El siguiente, Toni Nadal

Debe ser fatigoso trabajar de pionera, cuando te dedicas a una profesión tan siglo XX como la literatura. Carme Riera es la tercera doctora honoris causa de la Universitat, con el único alivio de que la UIB supo resistirse a que una de ellas fuera Cristina de Borbón. Correspondería aquí desgranar las virtudes estéticas de la escritora, pero su éxito también se basa en la productividad y competitividad.

Riera llega en primera posición porque trabaja más que otras. Y porque es difícil de doblegar. No se rinde. O peor, utiliza el amago de rendición para disuadir a sus rivales. Decreta que no hay futuro, así en la educación como en la literatura, y a continuación se labra un porvenir. Está acumulando los galardones que el genio poco industrioso bloqueó a su Escuela de Barcelona. Su honor más destacado no es el acceso a la Academia, sino haber logrado que el president Bauzá faltara a su inauguración en la RAE.

Si Dios está en todas partes, Riera marcha en segunda posición. En sus últimas entregas literarias, la catedrática se ha desligado de la rendición de cuentas. De ahí que su evocación de s´Arxiduc adquiera el carácter de la repostería, donde la artificialidad de los volúmenes y colores no degrada sino que ensancha la realidad. La escritora blasfema ocasionalmente contra el alumnado de la Central, pero su trabajo más duro consiste probablemente en enfrentarse cada semana a Arturo Pérez Reverte y a los machos alfalfa de la Academia.

Riera no ha pedido permiso, ha ocupado sin complejos ni sobresaltos las posiciones que le correspondían. Me gusta especular con su trayectoria hipotética si hubiera irrumpido en actividades más inofensivas que la literatura. Como la política, sin ir más lejos. Tras su doctorado honorífico, lo lógico sería que la UIB nombrara consecutivamente a diez mujeres más, para equilibrar el palmarés y no seguir sonrojando a la institución. Sin embargo, el siguiente honoris causa debe recaer en Toni Nadal. Aunque sea varón. Pueden apadrinarlo los mismos catedráticos que se consideraban más ignorantes que Rafa Nadal.

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