Me parece una excelente iniciativa que el Teatre Principal de Palma nos haya traído esta ambiciosa creación valenciana, un ejemplo de teatro que, por medios y número de intérpretes, sólo se encuentra al alcance de las instituciones. El propio Principal, creo yo, debería tomar buena nota y restablecer lo antes posible la producción propia.
Interesante, en principio, la propuesta de Bolta y Salvador Chapi: un musical de Brecht/Weill (y Dorothy Lane), con trasfondo crítico al sistema. Los primeros compases reafirman esta impresión, con explícitas alusiones a los estragos, recientísimos, de la presente crisis. Parecía que íbamos a ir por ahí. Pero no. Happy End constituye una historia ñoña (es lo habitual en el género), con personajes planos, bastantes interpretaciones caricaturescas o confusas y una partitura chirriante (en 1929 pretendía resultar transgresora), con la excepción de Bilbao Song o Surabaya Johnny, sus dos temas más célebres. Me da un coraje que ni les digo, por la desbordante simpatía y el mayúsculo empeño de la compañía, y unos cuantos destellos que enuncian sus posibilidades colosales.
Podría haberse intervenido a saco en el texto y volverlo más próximo y oportuno, pero quizás el respeto a Brecht ha pesado demasiado. Las alusiones punzantes se recuperan, un poco, en la lucida apoteosis (de nuevo a los acordes de Bilbao Song) y, en su conjunto, el espectáculo cobra animación según va avanzando. Una escenografía tan práctica como vistosa para un listado de intérpretes, en líneas generales, de manifiesto talento, capaces de cantar, de actuar, de bailar y de lo que les echen.
Happy End
Teatre principal (Palma)
****½
Autores: B. Brecht, K. Weill y D. Lane. Traducción y adaptación: J. V. Martínez y S. Vendrell. Dirección: Salva Bolta. Intérpretes: María José Peris, Rafael Calatayud, Mamen García, Juansa Lloret, Pilar Martínez, Manuel Ochoa€ Escenografía: Paco Azorín. Vestuario: Pascual Peris. Dirección musical: Jesús Salvador Chapi.
