­Toni Bestard (Bunyola, 1973) se moverá en 2017 entre dos formatos, el corto y el largometraje, aunque a estas alturas ya no hace distinciones entre ambos: "Durante años el corto fue un trampolín pero eso ya es historia. Hoy reivindico el corto como un género tan digno como el largo", subraya.

El director de cintas como El perfecto desconocido (2012), su ópera prima, con Colm Meaney como protagonista; o Foley Artist (2014-15), cortometraje que "sigue recibiendo premios, desde Málaga a Estonia, presentará en Palma -en una sala por decidir- a finales de marzo o primeros de abril Talia, su estreno en el cine social. Se trata de un corto de 20 minutos que aborda la dificultad de los jóvenes que tienen que vivir en hogares residenciales de acogida debido a que su entorno les es desfavorable.

"El proyecto surgió de un encargo aunque tiene mi sello personal. Me lo propuso Juan Montes de Oca, el director de Ladat (Unidad de Animación y Tecnologías Audiovisuales), quien consideraba que yo era la persona ideal para tratar esta historia sobre los menores en acogida. Y acepté", comenta.

Bestard pensó que le sacaría "más jugo" a la historia a través de un "corto de ficción", para el que tuvo "total libertad en el guión". Se entrevistó con personas que hoy son jóvenes emancipados y que en su día fueron niños en acogida y a partir de sus testimonios construyó su relato. "El deseo es recaudar el máximo de fondos para la Asociación Pro-Emancipados de las Islas Baleares (APEIB) y dar visibilidad a este colectivo del que poco sabía antes de empezar a rodar", se sincera.

Ya a finales de 2017 abordará un nuevo largo, cuyo título provisional es el de Tenemos que vernos, y en el que participarán IB3, la televisión de Castilla-La Mancha y un tercer canal por determinar. "Es un proyecto al que vengo dedicándome desde hace años, una comedia surrealista basada en una obra de teatro", apunta. Se refiere a El hijo del vecino, de David Desola, un autor consolidado y de éxito en los circuitos de España y México. El elenco está por decidir.