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A tiro

La misma historia

La historia se repite siempre, Y, a veces, ni apenas cambian sus protagonistas. Cuando parecía que teníamos un festival potente en la isla, de esos con clase, tipo Perelada, con mucho menos presupuesto, claro está, y que empezaba a tener cierta personalidad por su versatilidad, acierto en la combinación de bolos más populares con otros más exclusivos dirigidos unidireccionalmente a los melómanos o un carácter internacional indiscutible, el castillo de naipes parece desmoronarse. Me refiero al Festival de Pollença. El motivo, los protagonistas de siempre: nuevos políticos en la gobernanza del municipio. Siempre se repite la misma historia. Algo funciona, entro yo y se cambia. La quema de Roma por Nerón. El alcalde Miquel Àngel March anunció que la próxima edición podría ser dirigida por una comisión artística o comité de sabios. Pelos como escarpias. Espero que, como mínimo, tal cumbre de sapiencia esté formada por individuos tan formados y experimentados como el actual director del ciclo, Joan Valent. Cosa que me parece a priori bastante difícl. Por que si no, como los cangrejos. El primer edil busca el consenso de todas las fuerzas políticas para redefinir el festival e incluso abrir el debate a la sociedad civil. El día que tengamos una sociedad civil a la altura de Suecia y Noruega, creeré en ese tipo de consensos, mientras, élite. Si el ciudadano pudiera elegir, escribiría en su papeleta "tardeo", "batucada", "vermut". Y no exagero. Echen un vistazo allí fuera, donde siempre hace mucho frío. Hasta que no subamos el nivel de la política en general -abandonando partidismos estúpidos- y de la sociedad civil, dejen la cultura en manos de los que sí saben: unos pocos. En este caso, me refiero no sólo a saber sobre la partitura sino también sobre el terreno. De este lustro espléndido programado por Valent, se me queda en la retina un Miguel Poveda pletórico, con una voz rasgándose como un velo cantando Tres puñales; Michael Nyman estrenando Body parts y grabando dos de sus sinfonías en Alcúdia; las curiosidades venecianas de Donna Leon; los escritores en tertulia en el Club Pollença; Daniel Hope con Las Cuatro estaciones recompuestas por Max Richter; el recital de Ainhoa Arteta; el enorme Goran Bregovic o Fazil Say. Estas presencias atendían a un trabajo bien hecho, un trabajo tan difícil y ya tan impensable en tiempos como éstos. Tiempos feos. Politizados. Ojalá las cosas bonitas y excelsas fueran como una balada interminable o como la eterna tercera de Mahler.

Me alegra que el nuevo director gerente del Teatre Principal, Carlos Forteza, hablara de calidad y excelencia durante la exposición de su proyecto. Y en un aparte, después de la rueda de prensa, se colara la palabra "élite" o me confesara que prefería que hubiera pocas producciones pero mejores. Me imagino que habrá quien pensará que siempre tienen que venir de fuera para arreglar nuestros problemas, pero en este caso es un mallorquín valioso que recuperamos. No estaría mal que su adjunto fuera un nombre potente y con la trayectoria desarrollada en Mallorca, alguien que pudiera introducirle en las problemáticas que padecen las artes escénicas. Forteza, acostumbrado al INAEM, se quedará ojiplático cuando le narren las desventuras y trabas burocráticas que han venido sucediéndose con las subvenciones del Consell -tantas que algunas compañías ya ni se presentan-, la inoperanacia del Circuit d´Arts Escèniques, las tramitaciones imposibles, los impagos, etc. Un problema que nadie ha sido capaz de solucionar. Suerte.

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