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Entrevista

Juan Valderrama: "Cuesta mucho trabajo emanciparse de un apellido conocido y prestigioso como el mío"

El cantaor flamenco y periodista Juan Valderrama, hijo de Juanito y Dolores Abril. E. Mercer

Es hijo de una leyenda, Juan Valderrama, el intérprete de canciones tan emblemáticas como El emigrante, que este año habría cumplido cien años, e hijo de Dolores Abril, la artista que le acompañó por los principales teatros del mundo y por el flamenco hasta el último de sus días. Ha recibido a DIARIO de MALLORCA, en exclusiva, para hablar de flamenco, arte y futuro. Es un hombre de contrastes, fuerte y sensible a la vez, poeta pero directo en sus respuestas, flamenco y serio, conocedor de la fama y el mundo que la rodea desde su nacimiento pero también un niño con avidez por conocer. Es un genio con la sabiduría del padre y de la madre, de quien lleva la marca grabada a fuego; es Juan Valderrama, el hijo de Juanito.

-¿Qué tal se encuentra su madre Dolores Abril?

-Bien, sigue siendo una gran artista, igual de guapa que siempre aunque ya está muy mayor. Gracias por acordarte de ella.

-¿El vídeo de homenaje a su padre, en el que canta lo mejor de cada casa, fue idea suya?

-Sí. Forma parte de un disco que se llama Juanito Vallderrama 1916-2016, conmemorativo de su centenario, y en él intervienen dieciséis artistazos. No es la primera vez que versionan a mi padre, pero para mí ha sido muy emocionante comprobar cómo los grandes genios han sabido cantarle, sacarle mucho partido aunque una cosa voy a decir: como Juanito Valderrama no canta nadie, ni ahora, ni antes, ni nunca. Cada uno, a su manera, ha hecho versiones muy bellas que no desmerecen el original.

-¿Cómo cantaba su padre?

-Canta todavía, los grandes nunca desaparecen. Es una garganta muy exótica. Voces como la de mi padre no ha habido en el mundo y la prueba es que no tiene imitadores cuando lo normal es que todos los artistas que logran el éxito tengan quien les imite, pero la forma de cantar de mi padre es tan inaccesible, tan personal, tan extraña. Lo han dicho los grandes maestros de la lírica como Plácido Domingo o Teresa Berganza. Él cantaba imposible y con un conocimiento de la música inmenso. Era sobrenatural.

-¿Y usted cómo canta siendo su hijo y heredero?

-Yo soy otro tipo de artista, soy más de este mundo. Mi padre era extraplanetario. Yo soy un buen cantante, con buena técnica, buen tono. A él le gustaba mi cante porque no le imitaba, respetaba mi voz y mi personalidad.

-¿No le imponía cantar delante de él?

-Muchísimo. De hecho, hasta que no cumplí 26 años, no le confesé que yo cantaba. Él hasta entonces ni se imaginaba que yo era cantante . Grabé una maqueta de boleros, canciones de Serrat, Jara, alguna copla? Le dieron a escuchar la maqueta y cuando supo que era yo el que cantaba casi se enfada conmigo para siempre. Se agarró un cabreo tremendo. Yo le contesté que a ver quién me iba a hacer caso siendo su hijo. Cuando le vi la cara y me dijo que si no lo intentaba siempre me iba a quedar con la duda ya no hubo marcha atrás. Supe por él que estaba en el camino correcto pero fueron mis amigos los que me obligaron a grabar esa primera maqueta. Eso no lo olvido.

-Se metió en un mundo difícil, siendo hijo de una leyenda.

-Cuesta mucho trabajo emanciparte de un apellido conocido y prestigioso como el mío. Igual que ayuda también es un handicap . Yo soy un artista flamenco con vocación de cantautor.

-¿Qué es el flamenco y que significa ser flamenco?

-Es un arte ibérico, nacido aquí y con unas raíces profundísimas en nuestra historia. Es un arte completísimo, que comprende no sólo lo musical y la danza o la guitarra. Es lo único propio, auténtico y cien por cien español que tiene España para exportar al mundo. Y fuera triunfa y lo valoran más que aquí.

-Es también un estilo de vida.

-No, eso es una leyenda. ¿La ópera es un estilo de vida? No. Es un género. El flamenco es complicadísimo como género. Lo que si podríamos decir es que dentro del flamenco existe una cultura flamenca y muchos tópicos. Hay grandes eruditos, profesores de universidad, por ejemplo, que son grandes flamencos y que no cumplen ninguno de los tópicos que se esperan. El flamenco no tiene por qué ser artista, puede ser escritor, programador, un aficionado?

-¿Qué necesita el flamenco hoy?

-Inversión. Que las instituciones crean en él y lo protejan. Ojo, no hablo de subvenciones. Necesitamos comercialización, que nos podamos sostener, crear un público nuevo, llegar a la gente y deshacer los entuertos que hay en el flamenco. En definitiva, modernizarse.

-¿A qué tipo de entuertos se refiere?

-Estamos enquilosados todavía en una estética muy costumbrista, con festivales pesados que duran nueve horas. Hay que huir de esos tostorrones y de los espectáculos que se programan sin ninguna justificación. Necesitamos cariño por parte de la crítica, que sea un género con menos dureza porque la peor crítica del mundo existe en el flamenco. Yo a eso le llamo modernizarse, abrirse. Hay mucho destructor. Nunca he leído una crítica de ópera o música clásica escrita con el ensañamiento con la que se escriben algunas sobre artistas flamencos. En el flamenco hay mucho crítico osado, y la osadía es fruto del desconocimiento.

-Es la pasión.

-No es la pasión, aquí estamos hablando de respeto. No puede venir un señor que no sabe nada y escribir sobre un artista que se ha recorrido el mundo aprendiendo, y escribir de tú a tú. Pero claro, la ignorancia es osada. Esto ha hecho mucho daño al flamenco.

-¿Y el intrusismo?

-Es la falta de preparación y de respeto. El flamenco es en sí mismo autodestructivo. Los que peor hablamos de nosotros somos nosotros mismos. Para quien peor va es para nosotros. En vez de decir a la gente venid, los estamos echando continuamente, con polémicas absurdas que no llevan a ninguna parte. Vivimos un poco apartados de la realidad. El flamenco es una música, y la música es arte, y el arte es libre.

-Los más jóvenes están ahí esperando. ¿Les dejan?

-Sí que están, las peñas flamencas, las escuelas de flamenco, están llenas de gente joven. No entiendo cómo el flamenco no se estudia de una manera extendida en las universidades. No entiendo por qué un niño en Andalucía no tiene en su temario quién fue la Niña de los Peines o Juanito Valderrama. No conocen su pasado cultural inmediato. Es una labor que se ha descuidado, en cambio el jazz en América o la lírica en Italia se estudian. Está considerado un gran arte, es verdad, pero sigue siendo un arte cerrado y desconocido aunque los artistas flamencos cada vez están más preparados para hablar de flamenco, y para enseñarlo. Hay que unirlo a los movimientos culturales activos, como hacen el cine o el teatro.

-Usted ya lleva muchos años. ¿Cómo ha sido su evolución como artista?

-Dieciséis años llevo en esto y siempre he hecho lo que me ha dado la gana, o lo que he podido, pero siempre actuando con libertad. Acabo de escribir un espectáculo que se llama Bajo el ala del sombrero que narra la historia de mi padre y su generación a través de fotografías, películas, alternando el cante, la copla, con la dramatización y la tecnología. Es, creo, el paso que tiene que dar el flamenco para no quedarse solo en el tablao. Hay que relacionarse con otras artes, incorporarlas. Hoy estamos en la cultura de lo audiovisual. Por qué el flamenco no.

-¿Qué es ser artista?.

-Salir al escenario y que el público disfrute desde el minuto cero. Yo me he criado en un teatro, jugaba a los cochecitos en el escenario antes de que llegara el público. Para mí era como mi habitación, un espacio natural donde hay gente que viene a pasarlo bien, a compartir una hora y media. Yo salgo a estar con ellos, y como soy periodista, estudié Periodismo, me gusta contarles cosas, establecer una comunicación más personal. Me gusta compartir aunque no es obligatorio.

-¿De su madre qué ha heredado?

-Mucho, soy un híbrido de Juanito y Dolores Abril. Tengo mucho de su físico. Mi padre era más sobrio porque con la garganta que tenía no necesitaba nada más; en cambio la que se movía con mucho arte era mi madre, que es una artista completísima. Sabe colocar una mano, el cuerpo, una mirada. Mi madre es copla, y la ha dicho muy bonita. Siempre estuvo a la sombra de Valderrama pero pasó lo mismo con los Flores, que el gran Antonio siempre estuvo a la sombra de la gran Lola Flores. Con un Dios al lado no hay manera de brillar.

-Por sí mismo usted está consiguiendo ser un referente dentro del flamenco.

-No, pero creo que saben que sé y me respetan, y eso me llena de orgullo pero aún no he tenido la oportunidad de demostrarles que lo sé cantar. No echo de menos nada, como artista solo a mi padre, todos los días. En torno a su centenario hay una serie de actos programados para recrear su vida pasándolo muy bien. El 25 de febrero será un día grande en Madrid, lleno de sorpresas, porque he rebuscado en mis sentimientos y ese día todo saldrá a luz. Daremos flamencura, sin perder la esencia, pero buscando sorprender. Deberíamos recuperar la manera de trabajar de nuestros padres, que salían de gira con varios artistas a la vez, y actuaban cada uno un ratito y después había un fin de fiesta glorioso, trabajar en troupe, como hace la gente del teatro. Lo he intentado muchas veces y nunca lo he podido conseguir por culpa de los managers?

-Vamos a un tema espinoso, el flamenco también es muy catalán.

-Sílvia Pérez-Cruz es catalana, y Serrat, el iniciador de la nueva copla, ni más ni menos es más catalán que nadie. Ustedes saben que hay arreglos musicales encargados por Manolo Caracol para que las bandas de los pueblos más pequeñitos pudieran aprenderse sus temas y que cuando él llegaba se ponían a actuar juntos. Eso era grande, posibilitó que la música corriera por toda España y no solo en las grandes capitales. La música unifica, nunca excluye.

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