Cuando ser el más vendido significa poco

Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Las polémicas son situaciones deliciosas que los periodistas utilizamos para escribir sobre ellas. Soy honesto. El conflicto es informativo, reclama la atención del lector, tiene su qué lleno de secuelas. Pero también existen polémicas inútiles y vacías.

Ahora en el horizonte editorial están las ferias del libro que llegan. Todas se alargan días, a veces semanas. Por ejemplo, la Feria del Libro de Madrid. En ellas casi nada es inmediato. En Sant Jordi todo se juega en una jornada. Es como una competición tensa, divertida y agotadora donde el papel parece estar vivo durante sólo unas horas.

A alguien se le ocurrió hace unos años hablar del libro más vendido. Y se perfeccionó con el tiempo. Comenzó a hablarse del más vendido en ficción y en no ficción. Ligas diferentes. Y así esa obra se convierte en medalla de oro, ocupa las portadas de los diarios y el reconocimiento generalizado. El autor no se lo cree en exceso. Lo sé. He compartido noches de Sant Jordi con mucho de ellos y sus comentarios siempre eran los mismos. «¡Si ellos lo dicen, disfrutemos del momento!».

Este Sant Jordi la Cámara del Libro dio, como otros años, sus dos libros más vendidos y a la semana la plataforma LibriRed de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal) anunció los suyos. Y no coincidían las obras. Polémica servida.

Lo cierto es que los autores descabalgados de la honra de esa noche han evitado cualquier tipo de escaramuza declarativa. Quiero decir que les ha dado igual. Pero es que los datos son curiosos. Por ejemplo, el libro de mayor venta en castellano fue el de Eva Sáenz de Urturi, El ángel de la ciudad. Vendió 11.798 ejemplares. La venta total de la semana de Sant Jordi fue de 1,87 millones de ejemplares. Como ya contamos la semana pasada las novedades alcanza sólo el 5% de la venta. Pues eso, que ¡Vivan los libros!

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