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Ensayo

Contraste español

Ricardo García Cárcel y Eliseo Serrano coordinan una historia nacional de la tolerancia

Eliseo Serrano. FUNDACIÓN GIMÉNEZ

De acuerdo con los estudios nacionales y comparativos que se hacen con regularidad para conocer la opinión y las actitudes sobre diferentes cuestiones, la sociedad española es considerada en la actualidad como una de las más tolerantes del mundo, por delante incluso, en algunos temas, de los países nórdicos, que sirven de punto de referencia en lo que respecta a las diferencias en las formas de pensar y vivir.

Los españoles se muestran dispuestos a convivir con poblaciones de otra procedencia, religión o cultura y aceptan sin problema la homosexualidad. Aprueban el divorcio, los diversos formatos adoptados por la institución familiar, y asumen sin mayor reparo la maternidad fuera del matrimonio. La prueba a la que han sometido la afluencia masiva de inmigrantes, los cambios legislativos y los nuevos estilos de vida de las generaciones jóvenes el espíritu tolerante que proclaman las encuestas ha sido superada con éxito.

La modernización económica y social del país, la pérdida de influencia de la iglesia católica y el establecimiento de la democracia liberal han contribuido, sin duda, a forjar en nuestro país una cultura cívica que hace añicos el tópico histórico, aún cuando los españoles no seamos tan tolerantes como decimos.

El hecho no deja de ser sorprendente, porque a ojos de los europeos España fue durante mucho tiempo y hasta una época reciente la encarnación del pensamiento dogmático, el fanatismo y la intransigencia propios de los pueblos bárbaros y atrasados. La imagen compuesta y propagada por la leyenda negra, una operación de publicidad negativa a gran escala en pleno siglo XVI, resultó desde luego muy eficaz. Transmitió una idea sesgada y parcialmente falsa de España, que provocó rechazo, de la que tanto los españoles como los europeos hemos tardado en desembarazarnos y todavía quedan rescoldos.

Poniendo en orden la realidad histórica, Ricardo García Cárcel y Eliseo Serrano recuerdan en la introducción de Historia de la tolerancia en España que la Inquisición existía dos siglos antes de su creación en España en 1478, que hubo numerosos intentos en nuestro país para moderar su afán represor y que la intolerancia religiosa se practicó en toda Europa, como demuestra la concentración de librepensadores en los Países Bajos en el siglo XVII o el enfrentamiento de Servet con Calvino, analizado en el libro, que acabó con la ejecución del aragonés.

Sin negar que la corona española y la jerarquía eclesiástica recurrieron al control estricto de los individuos y castigaron cruelmente la discrepancia religiosa, que para la época es lo mismo que decir ideológica, con el fin de imponer la uniformidad y el asentimiento, los diversos autores constatan que en España, a pesar del autoritarismo político y la vigilancia desconfiada de la Iglesia, fue relativamente habitual la práctica de la tolerancia y tuvieron cierta difusión corrientes filosóficas y obras cuyo propósito era abrir paso a su ejercicio. Aunque la palabra solo apareció en el vocabulario oficial en 1739, cuando fue registrada en el Diccionario de Autoridades, la vecindad de los católicos con los judíos, por ejemplo, era en muchos casos pacífica en la edad media.

Desde el erasmismo hasta el krausismo, desde Juan Luis Vives hasta Julián Marías, con un capítulo por medio dedicado a Jovellanos, este libro sigue la estela de la tolerancia en el periplo de España hacia la modernidad y demuestra, con gran acierto y muy oportunamente, que nunca fuimos tan diferentes. Puede que nuestro espíritu tolerante no sea un brote súbito, sino la eclosión al fin de una tradición que ha resistido siglos en minoría, débil y en las condiciones más adversas.

Contraste español

Contraste español Óscar R. Buznego

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