En las palabras que componen el título del libro (Gran Hotel Abismo) se nuclea la acusación del filósofo marxista György Lukács al principal mantenedor de la Escuela de Fráncfort, el polifacético Theodor Adorno, y a sus seguidores. Les criticaba que se hospedasen en "un hermoso hotel equipado con toda clase de lujos, al borde de un abismo de la vacuidad y del absurdo", un reproche que a su vez conllevaba el ataque a su antecesor en Fráncfort, Arthur Schopenhauer, y al aspecto puramente intelectual y teórico dentro del marxismo, sin bajar a las barricadas callejeras para hacer praxis de la teoría marxista y activar cócteles molotov.
En este año de conmemoraciones varias -centenario del nacimiento de Karl Marx o cincuenta aniversario del mayo del 68 francés- el autor del libro, Stuart Jeffries, disecciona en una especie de biografía coral toda la historia de la formación de la Escuela de Fráncfort a partir de la centro-Europa de entreguerras y de sus filósofos componentes con sus luces y contradicciones y sus diferentes evoluciones de sus propuestas y pensamientos que llevaron a algunos de sus miembros a enfrentarse al estigma lukacsiano de teoréticos poco o nada revolucionarios.
Los principales miembros de la escuela, léase Theodor Adorno, Erich Fromm, Marx Horkheimer, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, Walter Benjamin, Friedrich Pollock, Franz Neumann, procedían de familias burguesas adineradas y la mayoría de antecesores judíos. El inicio del nazismo provocó la dispersión y el exilio de muchos intelectuales judíos o arios, que veían en la ideología nazi un fundamentalismo represor y racista, agravado por la militancia marxista que profesaban. Unos quedaron en territorio neutral; otros, en cambio, pasaron a Estados Unidos, y unos terceros incluso tuvieron peor suerte, como Walter Benjamin, quien fue entregado en Port-Bou por las autoridades franquistas a los alemanes para ser posteriormente masacrado.
Acabada la Segunda Guerra, una gran parte de los miembros se reagrupó en Fráncfort. Otros, como Marcuse y Fromm, siguieron en EEUU. Los agrupados en la ciudad alemana prosiguieron su labor teórica intelectual y vieron como sus teorías se veían desbordadas por los movimientos radicales basados, eso sí, en los postulados de Adorno y sus compañeros, que preconizaban en llevar a las calles los principios marxistas postulados por los académicos de la filosofía. De ahí, se alumbraron, siempre desde la teoría, los eventos de radicalidad del mayo del 68 francés, los episodios de México y la invasión de Checoslovaquia por los soviéticos.
Los que afincaron en EEUU fueron más de praxis radical, como ocurriera con los movimientos anti-Vietnam y el despertar del antirracismo, con lo cual, sobre todo a los filósofos de Fráncfort, les seguía cayendo el sambenito de estar aislados en el hotel abismo, lejos de las calles y de las realidades sociales que marcaron la segunda mitad del siglo XX. Por el contrario, Rudi Dutschke y Daniel Cohn-Bendit fueron los paladines de unir la teoría con la práctica, revolucionando las universidades pero sin llegar a la última etapa ya anunciada por Karl Marx: la destrucción del sistema capitalista, que permaneció y permanece indemne.
El libro de Stuart Jeffries está documentadísimo y se lee como un ensayo novelado, con progresión cronológica y con un prólogo que hace de sinopsis de los hechos históricos y sus precedentes. Se le añaden siete partes que se inician en 1900 y que van avanzando por décadas, con un séptimo capítulo ("Regresando del abismo: Habermas y la teoría crítica desde 1970"), que hace la disección de toda la evolución de la fundamental e influyente escuela de Adorno y sus adláteres. Con una traducción espléndida de José Adrián Viter, el volumen cierra con lecturas recomendadas puestas al día y notas de recensión. El libro, altamente recomendado, refleja un siglo XX controvertido y que expone diáfanamente eventos trascendentales para la humanidad, cumpliendo con la máxima clásica: enseñar deleitando.