Diario de Mallorca

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Narrativa

Lo que el mundo nos deja ver

Un ejercicio sobre la memoria en ´A la luz de lo que sabemos´

Zia Haider Rahman, británico nacido en Bangladesh.

La crisis económica de 2008 está a punto de estallar en todo su esplendor, y el narrador de esta historia es un banquero de mediana edad que ve cerca el final de todo lo que le ha costado una vida conseguir: su matrimonio, su trabajo y su estabilidad están a punto de esfumarse, precisamente por esa crisis económica de la que es a la vez propiciador y víctima. Entonces llaman a la puerta de casa, y frente a él aparece un visitante con aire de indigente al que le cuesta reconocer como un excompañero de facultad que se esfumó hace muchos años. Este es el punto de partida, y en la mesa de la cocina del protagonista, del que nunca sabremos el nombre, se abre una asombrosa caja de Pandora de la que Zafar, el visitante, extrae poco a poco un hilo de la memoria lleno de nudos conectados entre sí.

En A la luz de lo que sabemos, asistimos a un ejercicio sobre la memoria y su poder de deformar la percepción del momento actual: los recuerdos se agolpan de manera simultánea, mientras que el lenguaje y nuestra manera de traerlos al presente es sucesiva e insuficiente. Hay mucho que une y separa a ambos personajes: pese a compartir origen étnico, el narrador ha tenido una vida fácil y acomodada, mientras que Zafar es hijo de inmigrantes de Bangladesh, país al que fue reenviado cuando solamente era un niño. Durante su conversación, Zafar desgrana un viaje que le ha llevado a Nueva York, Islamabad, Kabul€ y en lugar del regreso luminoso del héroe a casa, se presenta como un Ulises embozado que teme que le reconozcan y siente vergüenza por todo lo que le ha pasado y ha hecho. Pese a ello, es el narrador el que siente vergüenza frente a su amigo: ambos estudiaron en Oxford, se graduaron en Matemáticas y se dedicaron a las finanzas, pero en su caso todo vino dado de manera natural y no encuentra nada heroico en su vida. Su propia historia de amor, a punto de romperse, es una nadería al lado de la que Zafar relata.

El propio Zia Haider Rahman, que debuta con esta novela, es un exbanquero de orígenes humildes y de gran erudición, que plasma dividiéndose en ambos personajes. Su lado más íntimo se acerca a la historia de Zafar, mientras que su pasado como banquero sin escrúpulos a la del narrador: el eterno exiliado y el que ha asumido una cultura ajena como propia desde niño. Esa maldición, la de no tener nunca un lugar al que regresar porque la propia peripecia vital te hace ser extranjero en cualquier parte, propicia que sea fácil para Zafar sentirse cómodo en cualquier parte del mundo, y a la vez no poder encontrar un verdadero descanso en ninguna ciudad. La gran afluencia humana desde el subcontinente asiático hacia la metrópoli inglesa ha generado una serie de identidades de bordes muy difuminados, lo que ha obligado a una construcción que en muchos casos es artificial por ser una copia del modelo del que partieron los padres o abuelos. A la luz de lo que sabemos nos da un paseo por la verdadera composición del mundo, o al menos por la composición del mundo que podemos ver, hecha de retales y de trozos viejos y nuevos, que unidos entre sí dan como resultado una condición confusa y de múltiples aristas. Si sirviese de algo, es la novela que deberían leer Marine Le Pen o Boris Johnson para entender qué son realmente sus naciones y que viesen que el mundo que defienden es un gigante moribundo que pese a que se niega a desaparecer, hace mucho tiempo que ya no tiene ningún poder sobre la realidad.

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