Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Extraño, extranjero, exilio

Dos cabalgan juntos

El Oeste siempre fue una causa perdida que exigía ser peleada hasta el ocaso de una derrota que se pudiese cantar

El novelista madrileño Ernesto Pérez Zúñiga.

­­Esa era la gesta solitaria del héroe eterno que sabe que lo importante es el camino en el que uno se reencuentra y descubre que hay detrás de sus sombras. El western nos lo enseñó a lomos de un caballo, en un tiroteo al Sol o en la mitad de la noche convertida en relámpago. Da igual que el héroe fuese un pistolero errante, un indio hostil a la reserva, un maquis sin pueblo, un médico Lincoln de la República, dos tipos a los que el destino une por el desgarro de una herida a la que juran lealtad. Estos son los ejes de la última novela de Ernesto Pérez Zúñiga, No cantaremos en tierra de extraños, donde la voz seca, mezcla de polvo y de sangre, de miedo y violencia, de venganza y supervivencia, es la de dos hombres y una misma armónica de un río que nos lleva a través del fatalismo y la melancolía. La voz del autor que nos cuenta alrededor del fuego donde se calienta el café del destino.

Se le da bien este tono al escritor que lo mismo esgrime la espada y el arco de violín de Tartini, que un revólver en la mano y el cuerpo en la sombra. Ernesto Pérez Zúñiga es un aventurero del lenguaje que sucede dentro de la pérdida de un ideal, de un amor partido en dos, de una batalla sin final, de un viaje al infierno en el que Orfeo busca a su Ángela Eurídice, y de paso conjura sus fantasmas. Con el cine de fondo y los totalitarismos de lleno, crea un tipo fordiano que necesita explicar sus aristas y su dolor mediante un tipo hawks. Es decir, empareja al idealista cuya ética zurcida se resquebraja, y al rebelde siempre en guerra. Así son los dos zurdos de la aventura: el anarquista Manuel Juanmaría y el sargento Ramón Montenegro. El hombre que atraviesa el desierto de una pantalla de cine, la última frontera hacia la libertad y el sueño en el que suenan los tacones del corazón. El compañero que redime la pérdida de un país intentando salvar el amor de la mujer de otro. Centauros en una misión en la que cada uno calla sus secretos y su intención, y su manera de despedirse del pasado lo mismo que del futuro. Uno porque lleva una bala en la memoria familiar con la que ajusta cuentas en un sótano, otro porque ansía abrigar la luz de una vida. Los dos recorren clandestinamente el páramo de los vencedores. Ambos son forajidos de Peckimpah, perseguidos por la Guardia Civil. Su razón es el frio que araña por dentro el estómago, el impulso del silencio, el eco de las trincheras, el duelo con la violencia. Venus, Saturno y Júpiter gobernando el ultimo poema machadiano de un pueblo llamado España, después de las hogueras de 1945. El infierno es un rosario de guerras en las que al final los héroes son gente sin patria. Soldados eternos de Leclerc liberando París para ser devueltos al desierto. Es crepuscular el honor errante del que combate por un ideal a cuya bandera siempre se le pone precio.

No cantaremos en tierra de extraños es un road movie entre cenizas de sueños. Es espléndida la mirada cinematográfica con la que E. P. Zúñiga narra las contradicciones de sus personajes, la naturaleza de las pasiones de las que son cautivos, las raíces que defienden o les hacen cruzar un territorio enemigo. Y es también una hermosa poética de grandes secundarios como Howard Fast, Edward Basky, Corbeau, Antoniev, escritores soldados, lectores de la Biblia, carceleros a favor de la fuga, guerrilleros contrabandistas, corsarios de las ideas -porque tampoco faltan en esta atmosfera entre Zane Grey y las Comedias bárbaras de Valle-Inclán, entre lo más aventurero de Pío Baroja y el espíritu melancólico del Soler del Nombre que ahora digo, los naufragios de un pueblo entre el coraje y el miedo-. Al final sucede Shakespeare y los héroes dudan entre regresar a la seguridad de un rancho llamado Varsovia o fumarse el penúltimo cigarrillo sin ninguna certeza a la que sonreírle la felicidad, y seguir cabalgando.

ERNESTO PÉREZ ZÚÑIGA

No cantaremos en tierra de extraños

GALAXIA GUTENBERG, 300 P., 20 ?

Compartir el artículo

stats