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El relato aliadófilo

´Cuentos de la Gran Guerra´, rareza de Matilde Ras a cargo de María Jesús Fraga

Matilde Ras, a la izquierda, con la también escritora Elena Fortún.

Durante los años en torno a la I Guerra Mundial hubo en España un grupo de jóvenes escritoras que eran modernas, aspiraban a la independencia, viajaban y tenían conocimientos de lenguas extranjeras. A esa generación especialmente truncada por la guerra civil perteneció Matilde Ras (1881-1969), hija de la librepensadora, traductora y escritora Matilde Fernández, quien la educó sin un sólido soporte económico, pero dedicando especial atención a su cultura. Matilde Ras se inició pronto en la novela, la literatura infantil, el ensayo y el artículo de opinión para publicaciones como la revista Estudio, el Heraldo de Madrid o Estampa, sin conseguir nunca el éxito deseado, lo que la llevó a dedicarse con empeño a la grafología. Fue pionera en los estudios que deducían el perfil sicológico de las personas a partir de su caligrafía, de modo que sus consultorios sobre la materia ocuparon páginas en Por esos mundos y, sobre todo, se hicieron famosas a partir de 1922 en el periódico ABC.

En los últimos años la figura de esta autora se está recuperando: en 2007 se publicó su correspondencia con la escritora noucentista Víctor Català (seudónimo de Caterina Albert) y en 2015 parte de la obra de Matilde Ras se reunió junto a la de Elena Fortún en el volumen El camino es nuestro, editado por la Fundación Santander. Ahora, con el buen hacer que la caracteriza, la investigadora María Jesús Fraga se encarga de reeditar Cuentos de la guerra -que titula Cuentos de la Gran Guerra para aclarar la contienda que los inspiró-, una rareza editada originalmente en Barcelona en fecha tan temprana como 1915. El debate que produjo la contienda entre la intelectualidad española la partió en dos, como tantas otras veces a lo largo y ancho de nuestra historia. Fue un debate en el que el pensamiento conservador solía caer del lado germanófilo y el progresista del aliadófilo -con algunos esguinces, como Pío Baroja, que demostrando ir a su aire se declaró partidario de Alemania.

El posicionamiento de Matilde Ras, ya desde la dedicatoria, es aliadófilo, pues nos dice que son "cuentos inspirados en la desgracia y en el heroísmo de Francia". Además, la colección de la casa editorial Estudio en que apareció el libro -donde también salieron Diario de un estudiante en París y De París a Monastir, de Gaziel-, hace pensar que probablemente estos cuentos fueran un encargo de cara a enaltecer el papel de Francia en la contienda.

Los personajes principales son diversos y van desde el niño malcriado de "Avatar", que solamente en las trincheras se convertirá en un hombre -el conocimiento que Matilde Ras tenía de la contienda era a través de la prensa, de ahí cierta idealización- hasta la desgraciada historia de amor de "I promessi sposi", pasando por las descripciones líricas de "La tumba solitaria" o los diálogos entre personajes relevantes de la mitología y la historia -Aquiles y Patroclo; Goya y Watteau- invitados a opinar sobre la guerra.

Matilde Ras, como otras escritoras de su tiempo, es una autora con mucha obra todavía por redescubrir, pero gracias al trabajo de investigadoras como María Jesús Fraga, ese camino se conoce un poco mejor cada día.

MATILDE RAS

Cuentos de la Gran Guerra

Edición de María Jesús Fraga

Prólogo de Ángel Viñas

ESPUELA DE PLATA, 238 PÁGINAS, 18 €

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