Sabemos desde hace tiempo que la historia, mas que una maestra de vida, como sentenciaba Cicerón, es una fuente de disgustos, como sospechaba Nietzsche. Sin embargo, seguimos acudiendo a ella con urgencia. En España suele invocarse para legitimar las posiciones políticas propias e impugnar las ajenas, en nombre de una contundente memoria colectiva. El contexto es propicio para que una legión de historiadores con vocación de periodistas, y a la inversa, publiquen gruesas síntesis de la historia nacional a menudo con irritante voluntad pedagógica. Lejos de esta voluntad, la excepcionalidad de la Historia del poder político en España, escrita por el filósofo Jose Luis Villacañas, reside en su modo de escribir y de leer el relato histórico. El suyo no es, o no es solo, un trabajo de historia, sino un trabajo con la historia. Su objetivo es explícito desde el inicio: describir las relaciones entre los que mandan y los que obedecen en las tierras hispánicas. Su relato revela cómo estas relaciones desde su origen cristalizaron en gestos, formas, costumbres, imágenes; prácticas, en fin, cuya persistencia devino "estilo". Un estilo que determinó la formación de las comunidades políticas hispánicas y cuya impronta aún es bien perceptible.
Desde la primera página hasta la última no hay mención alguna a un nosotros, ni tan siquiera a una España; pero sí a los "ellos" que la componen y a sus diferentes formas de entender el tiempo y el espacio que han venido habitando. El libro examina las formas de ordenarse los espacios hispanos hasta 1350; la dinámica de guerras civiles y formacion de linajes de poder que atraviesa el imperio y las monarquias hispánicas hasta 1808; y las luchas por el poder y los frágiles ensayos constitucionales entre 1808 y 1978, un periodo en el que España empieza a concebirse, mal que bien y tardíamente, como una nación. La amplitud no debe llamar a engaño. No se trata de una síntesis pedagógica, sino de una reflexión sobre prácticas históricamente constituidas. El ethos filosófico que la anima obliga a exponer las tesis desde un planteamiento felizmente radical: esa nación tardía que es España se acunó sobre un persistente desprecio de las elites gobernantes hacia la pluralidad de sus gobernados. Tal desprecio es el hilo rojo de una tradición política concebida como una sucesión de luchas sin piedad por el dominio de territorios y seres humanos. Sostenido en la violencia descarnada, "a la costumbre de España", este estilo ha frustrado históricamente todos los intentos por estabilizar instituciones politicas y, lo que es peor, ha atrincherado a una clase dirigente que, sea cual sea su signo, desconfía de la plural existencia social de sus gobernados. Por eso las mayores estructuras hegemónicas como el imperio se expandieron -y autodestruyeron- sobre la reducción social y hasta física de los ciudadanos.
El "dispositivo inquisitorial", central en este libro, es síntoma y factor de un ejercicio del poder que exhibe toda su maquinaria cuando, con pulsión apocalíptica, desplaza, expulsa o aniquila a una parte sustantiva de la población. Este dispositivo, que destruye a los valiosos y encumbra a los mediocres, y cuyo modelo fue la persecución de los conversos, funciona también, según Villacañas, en la configuración misma del Estado, en la relación entre los reinos de Castilla y Aragón, primero, entre Madrid y Barcelona después, o en la creación de una dócil masa, plebiscitaria y apolítica, en el franquismo. Es imposible dar cuenta aquí de las más de seiscientas páginas de un trabajo, del que, a buen seguro, el lector apreciará su vigorosa escritura y el calado de las interpretaciones. Basta con reparar en la oportuna selección y uso de las fuentes: una constelación de crónicas históricas y literarias, escritas por testigos que (desde Alonso de Cartagena o Martínez de Osma) revelan la altura de un pensamiento político repetidamente perseguido y arrinconado. Fiel a esa tradicion oculta, este libro de intervención invita a superar el cansancio ante la clase gobernante y mirar de frente a la verdad del poder venciendo sus efectos paralizantes. Probablemente no haya una manera mas ilustrada de cultivar un sobrio juicio político.
JOSE LUIS VILLACAÑAS BERLANGA
Historia del poder político en España
RBA, 624 PÁGINAS, 25
