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Javier Fernández
Ver galería >Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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Estar pegada a la actualidad estos días te lleva inevitablemente a un estado de ansiedad constante. Es casi imposible no sentir miedo, preocupación o desasosiego. Sí, Ucrania no es el único país en guerra; sí, las batallas se suceden en muchos continentes a diario, pero basta que sea un conflicto televisado 24 horas, que te pille aquí al lado, como para volvernos a dar cuenta de lo volátil de la vida. ¿No nos había bastado una pandemia, en la que aun estamos inmersos, para ser conscientes de nuestra fragilidad? En este caso no es un virus, sino un loco apellidado Putin y que tiene en su poder un maldito botón nuclear.
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