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'¿Y si decido vivir?' consta de 86 capítulos que parten, cada uno de ellos, de "una expresión un hecho, una palabra", de personas de Projecte Home. hguillem bosc

Desde Projecte Home

Tomeu Català se confiesa en '¿Y si decido vivir?'

Tomeu Català, al dar cuenta de lo que ha pretendido hacer al escribir y publicar ¿Y si decido vivir?, cuenta una experiencia acaecida en 2005 cuando, recogiendo setas en la montaña cercana a Puigpunyent, le sobrevino un infarto. El presidente de Projecte Home resalta que sintió “un dolor muy intenso” y que, como pudo, empezó a bajar la ladera de la montaña para pedir ayuda. Quedó echado en el camino con la suerte de que su madre acertó a ver lo que sucedía y llamó a una ambulancia. Durante la espera, de casi una hora, con el dolor profundo en el pecho, sin embargo, se sintió invadido por una gran paz interna. Asegura que “estaba contento de morirme” y que empezó a ver lo que describe como “imágenes” de personas del Pojecte Home, algunas ya fallecidas. “Todas tenían una presencia magnífica, estaban estupendas”, relata. Prosigue que “las veía claramente delante de mí, muy claramente, con un aspecto radiante”. “No hubo túnel, ni la luz blanca que se asegura que contemplan quienes han tenido experiencias parecidas a la mía, pero sí que contemplé a las personas radiantes, en muy buen estado. Eso lo contemplé claramente. Lo que siempre me ha llamado la atención -concluye- es que las personas que aparecieron delante de mí que estaban vivas, sin excepción, murieron poco tiempo después”. Catalá recuerda lo que le sucedió década y media atrás, al preguntarle si considera morirse un asunto muy grave, a lo que responde que “hacerlo de una determinada manera es una suerte”. Su condición de sacerdote sale a relucir cuando afirma tajante que “morir en manos del Señor sí es una suerte”.

Qué se encuentra en ¿Y si decido vivir? Tomeu Catalá explica que el libro consta de 86 capítulos partiendo cada uno de ellos de “una expresión, un hecho, una palabra” de personas de Projecte Home y que a partir de ello ha llevado a cabo una reflexión sin que exista una trama que sea el hilo conductor del libro. En los capítulos hay, destaca, “muchas vidas y muchas decisiones ante la vida o la muerte”, aunque, recalca, “no es un libro de la historia del Proyecto”. A medida que escribía, Català cayó en la cuenta de que muchas historias de vida acababan por fundirse con su propia biografía, “porque no somos tan diferentes, lo que ha hecho que me haya visto retratado”, precisa, añadiendo que “las reflexiones que hago para los demás también me conciernen directamente”.

Lo que sí ha procurado es engrandecer o disminuir cada hecho relatado, extrapolarlo sin perder la veracidad, a fin de que nadie pueda sentirse identificado, lo que ha conducido a que en último término el libro sea una “amplia reflexión desde el Projecte Home”.

Orientaciones para el que decide vivir

La redacción del libro se la tomó con gran parsimonia, hasta el punto de que solo escribía una página al día. Cuenta que el libro no tenía título, porque le obligaron a que lo escribiera, que diera a conocer cuál había sido y está siendo su experiencia, a pesar de que confiesa que no le gusta escribir. “Una mañana caí en la cuenta de que lo que escribía eran orientaciones para quien toma la decisión de seguir viviendo, y de ahí el título del libro”, aclara.

Tomeu Català desmenuza el hecho, que viene recogido en el libro, de que en un momento dado la persona se percata de que lo que está viviendo en realidad no es vida, de que o afronta la vida, pasa a ser protagonista de ella o sigue siendo un juguete de la misma. Ofrece un dato: en España en la actualidad muere más gente a causa del alcohol o por la heroína, cuando hace 30 años ocurría lo contrario. ¿Qué sucede con quien no decidie vivir? La respuesta de Català es taxativa: “Continúa preso de la droga, empardalat, es su decisión”.

En uno de los capítulos de ¿Y si decido vivir?, Català afirma que en Projecte Home la transparencia también ha llegado a la terapia, puesto que no hay secretos más allá del concerniente al secreto profesional. Dan a conocer sin problemas las terapias e instrumentos terapéuticos que son utilizados, y en las memorias publican los datos de “nuestra realidad”, poniendo gran cuidado en las evaluaciones semanales de cada equipo, la mensual entre los directores de todos los programas y la anual del centro. Incluso han optado por realizar auditorías terapéuticas. El resultado se refleja en lo que seguidamente cuenta Català: “Hoy he asistido a dos altas y una de ellas afirmaba: fui a la primera entrevista que aquí llaman diagnóstico. Vine acompañada por mis padres y mi amiga. Estaba en estado de shock, apenas podía entender nada de lo que me decían, me hablaban de firmar un contrato, de venir dos veces por semana, de horarios, de pautas... Y no entendía nada”. Más adelante decía: “en la segunda fase la cosa ya cambia un poco, ya no se hablaba de pautas sino de sentimientos, con mayúsculas. Fue una fase nada fácil, pero que dejó huella en mí y me ayudó a conocerme en lo más profundo de mi ser y a conectar con mi yo interior. Una fase de retos, de toma de decisiones, de interiorización y crecimiento personal. Una fase de conciencia y de toma de elección, en definitiva, una fase de posicionamiento ante la vida”.

Respecto a la tercera fase explicaba que “me ayudó a creer en mí y a mejorar mi autoestima, a saber lo que valgo y a luchar por lo que creo. Puede que la decisión de entrar en el Projecte Home haya sido una de las decisiones más acertadas de mi vida, pues me ha cambiado por completo. Ahora soy una persona autónoma, libre y coherente de pensamiento como de acto. El camino para llegar hasta aquí no ha sido fácil y podría decir que en ocasiones hasta doloroso, pero el esfuerzo ha sido compensado”. Tomeu Català asegura qu esta es la experiencia de cientos de personas que vuelven a recobrar su capacidad y su libertad. Por tanto, “de comida de coco, nada de nada”. Sí que hay un aprendizaje, un conocimiento personal, un compartir con otros mi realidad, lo que suele suponer, en muchas ocasiones, un cambio de vida y de relaciones.

Sectas

La comparación, que a veces se hace, de Projecte Home con una secta, Català la rechaza de plano en su libro afirmando que “en primer lugar, una secta tiene unas actitudes claras por lo que se refiere a dinero, secretismo o sexo. Una secta es una fuente de hacer dinero, y para que se dé con rapidez es importante que no haya nada de transparencia. Así, la corrupción de arriba a abajo es el pan de cada día”.

En otro de los capítulos rememora que los primeros centros se vieron en la necesidad y conveniencia de crear primero una federación que los aunara y, poco después, una asociación a nivel de toda España que se denominió Asociación Proyecto Hombre de la que podían formar parte todos los directores y directoras de centros. En menos de diez años, enfatiza, fuimos una treintena de centros asociados. Prosigue explicando la estructura de la organización: cada centro dispone de independencia jurídica y económica, pero la asociación tiene una serie de prerrogativas muy importantes como la aceptación o no de nuevos miembros, tutorización de uno nuevo...

Al mismo tiempo, recuerda, en la Conferencia Episcopal española hubo una corriente que defendía y quería que ciertas realidades en las que la Iglesia estaba presente dependieran totalmente de la Conferencia y sus departamentos. Caso de Manos Unidas y Ciudades Acoge. Querían que así fuera también para Projecte Home. Tomeu Català expone en el libro qué resultó de todo aquello: “Desde la asociación aceptamos ayudas de las instituciones, sean las que sean, pero no debemos aceptar sus exigencias. Projecte Home tiene una filosofía y una metodología propias, y no porque alguien nos ayude las dejaremos de lado o las cambiaremos. Ahí surgió un gran problema y una crisis profunda en la asociación. Tras años de discusión, cinco centros salieron de la misma y 27 permanecieron en ella”.

Esos capítulos, indica, reflejan nítidamente lo que reitera que es el libro que ha escrito, la reflexión íntima desde el Projecte Home, historias de vida, desgraciadamente también de muerte, de las personas que han pasado por él, todo ha conducido, insiste, a que las vivencias se solapen con su propia viviencia, con lo que ha sido a lo largo de los años su biografía vital, “porque resulta que, al final, como digo, todos somos muy parecidos, no somos tan diferentes como a veces nos gusta aparentar”.

Puntos comunes

Tomeu Catalá se pregunta, en otro de los capítulos del libro, dónde podemos conocernos mejor sino en nuestros puntos comunes. Dice estar convencido de que en la vida podemos vivir a flor de piel, dando importancia a nuestra imagen y dejar que la relación se quede ahí, en lo puramente externo. Quizás estemos momentáneamente bien, nos podamos aprovechar del poder del otro o aceptar que nos utilicen para algún interés de la otra persona. Y así pasar horas hablando, comiendo, bebiendo, sabiendo jugar el papel que uno ha buscado o le ha tocado en esta feria. Es una forma de estar. Pero hay otras formas, y voy a reseñar una en la que creo y me hace sentir bien: relacionarme desde el corazón e intentar conectar no con la apariencia del otro/a, con su profesión o título, sino con su realidad profunda, con el corazón de la otra persona. Y para ello es importante estar sereno y en paz. A la larga me he dado cuenta de que hay personas que me tratan como presidente del Projecte o como sacerdote.

Català destaca uno de los casos que más huella le ha dejado. Fue una de las primeras altas del Projecte. En el libro le llama Guillermo. Alto, delgado, muy fuerte. Había trabajado duro en la comunidad de Ses Sitjoles. Eran aquellos primeros tiempos, cuando intentábamos ser del todo fieles a lo que habíamos aprendido, lo que a veces nos hacía ser excesivamente rígidos. Guillermo, al acabar la reinsercción halló trabajo, y a lo largo de años fue haciendo su vida. Llevaba su enfermedad del sida con elegancia y fidelidad a las orientaciones médicas que se le indicaban.

Durante aquellos años hizo mucho bien a los demás y fue solidario. Un día solicitó ser voluntario, pero le empezó a costar cumplir con los horarios de trabajo. Recuerdo el último día que vino. Casi no podía andar. Había adelgazado muchísimo y aquellas piernas tan largas y delgadas apenas podían sostener un cuerpo atacado por el virus.

Sigue el relato de Català: lo iba a ver a Son Dureta y él me contaba lo que había hecho mal, lo que le seguía pesando. Le recordaba aquellos grupos históricos que también había hecho para transmitirle, como podía, que estaba perdonado. Pero él me decía que, aunque lo sabía, no conseguía perdonarse. Un día, al entrar a verle, me dijo: Tomeu, me he perdonado, y así me siento, perdonado y en paz. Le abracé y murió. Sentí una gran alegría, pero no podía evitar que me cayeran lágrimas de impotencia ante la enfermedad que iba destruyendo a tanta gente y el dolor y sufrimiento que suponía. Cuántas veces regresé de Son Dureta llorando.

Tomeu Català asegura que historias como la reseñada, sus experiencias, en definitiva, su biografía acompañada con las de las personas del Projecte Home, es lo que ha querido reflejar, lo que se cuenta en ¿Y si decido vivir?, el libro que no quería escribir, el que se fue haciendo a una página al día.

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