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Ya has pagado y no lo sabes

Los SCRAP se financian con la aportación del consumidor para que, al final de su vida útil, costee su reciclado. Sin embargo, las cosas no siempre son como parecen

Ya has pagado y no lo sabes

Cada día estamos más rodeados de ellos. Desde el móvil y la tablet, a televisores o portátiles, los aparatos eléctricos y electrónicos han llegado para quedarse. A estos se les unen los electrodomésticos tradicionales de casa como lavadoras, frigoríficos, hornos o lavavajillas que, al final de su vida útil, tienen que gestionarse correctamente para evitar daños al medio ambiente y cumplir con la legislación en vigor.

A día de hoy, y desde hace más de diez años, el reciclado de todos estos aparatos se financia a través de lo que anteriormente se denominaba Sistema Integrado de Gestión (SIG) y actualmente denominados SCRAP: Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor.

¿Qué es un SCRAP?

La legislación actual en materia de residuos y medio ambiente obliga a que los fabricantes de un determinado producto se responsabilicen de su correcta gestión ambiental al final de su vida útil. Así, por ejemplo, federaciones y asociaciones de sidra, vino, bebidas espirituosas y cerveza unieron sus fuerzas para gestionar los residuos de vidrio bajo la figura de un SCRAP denominado Ecovidrio. Caso análogo sucedió con los envases ligeros que van al contenedor amarillo y al azul. En este caso se constituyó otro SCRAP, el más grande de España en cuanto a presupuesto, Ecoembalajes España SA, o como se conoce habitualmente, Ecoembes.

Sin embargo, la figura del SCRAP trasciende a la gestión de vidrio y envases y replica el modelo a otros residuos. Por ejemplo, para la correcta gestión de neumáticos hay dos SCRAP autorizados a operar en Balears (SIGNUS y TNU), de aceite (SIGAUS y SIGPI) o de pilas y acumuladores (ERP y Fundación Ecopilas).

¿Cómo funcionan?

Los SCRAP tienen un capital 100 % privado. Es decir, no existe participación en su funcionamiento o financiación, en grado alguno, de las administraciones públicas. Es decir, se financian a través del consumidor. El usuario, al adquirir un producto, paga para que este residuo se recicle correctamente. Así, "llama poderosamente la atención que estas organizaciones se anuncien como fundaciones o como asociaciones u organizaciones sin ánimo de lucro. Un extremo difícilmente comprensible cuando algunos de estos SCRAP tienen presupuestos anuales de más de 400 millones de euros y se financian a través de todos los consumidores españoles", apuntan fuentes del sector.

Una financiación que, en el caso de las botellas de vidrio o envases ligeros se ejemplifica con el punto verde. En el etiquetado de estos productos hay un símbolo de dos flechas que indica que el envasador de ese producto ha satisfecho el pago a Ecoembes o a Ecovidrio (según se trate de vidrio o envases) para que costee el reciclaje cuando se haya convertido en residuo.

Sin embargo, el coste del reciclado del producto se incrementa a medida que se lo hace la complejidad material del residuo. Mientras que reciclar una botella de vidrio es sencillo (entre otras cosas por ser de monomaterial) el reciclado de un móvil o de un frigorífico no lo es tanto.

Reciclado de RAEE

Al final de su vida útil, los aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) se convierten en residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). Algunos de estos RAEE no son peligrosos, como las lavadoras, y otros tienen la componente de peligrosidad como los frigoríficos al contener gases. Al igual que sucede con otros residuos, el consumidor al adquirir un AEE paga una tasa que financiará el reciclado del residuo una vez que el usuario se quiera desprender de él. Sin embargo, esta tasa muchas veces no termina por cumplir con el fin por el que fue cobrada. Así lo puso de manifiesto la denominada Operación Fragmento, organización desarticulada por el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil en febrero de 2011. La imputación de 60 personas se debió a una presunta implicación de la gestión fraudulenta de la gestión de más de medio millón de frigoríficos en España.

Esta situación de mala praxis, muy extendida en España, se ve agravada por la inacción manifiesta de los SCRAP que no dedican el dinero destinado al reciclado de RAEE a eso, a su reciclado. Así lo apuntan numerosos informes entre ellos el del Consejo de Estado en febrero de 2015 que deja claro que el actual sistema no pretende redundar en un incremento del reciclado de estos residuos: "Esta cantidad recaudada por los productores en el precio de todos los productos que ponen en el mercado no se ha destinado a financiar la gestión de los residuos (entre otras cosas porque se recoge muy poco residuo) y se ha convertido en un margen fijo de beneficio adicional para el productor", apunta el informe publicado hace algo más un dos años.

El informe apunta que el fraude puede tener dimensiones colosales. "Se está investigando si pudiera inferirse algún tipo de fraude económico [ya que], según algunas fuentes los productores podrían haber estado ingresando unos 300 millones de España anualmente y destinando a la gestión de los residuos, según las memorias de los sistemas colectivos, unos 65 millones. El destino del resto del dinero es desconocido, puede que se encuentre en inversiones bancarias (fondos de inversión) o destinados a los beneficios netos de los productores o dedicados a futuribles gestiones de residuos, mezclando aspectos relacionados con información, financiación y garantías financieras. Adicionalmente, se añade, solo se ha aplicado en algunas categorías de aparatos", añade el informe.

Mientras tanto, ¿adónde va el residuo? A día de hoy, los aparatos eléctricos y electrónicos no gestionados correctamente terminan en chatarrerías de toda España. Ya sea directa o indirectamente, se les extrae el motor, el cableado de cobre y la cubierta para venderlo a peso. El resto, básicamente espumas y plásticos, es abandonado en cunetas o solares.

Y mientras tanto

Ambilamp, Ecotic, Ecolec, Ecoasimelec, Ecofimática, Ecolum, Eco-Raee´s, ERP y Tragamóvil son los SCRAP autorizados a gestionar RAEE en Balears. Estas ocho organizaciones son las que, periódicamente, informan de los residuos que gestionan. Sin embargo, saber el total de RAEE que se tratan a través de SCRAP en toda España es algo, cuanto menos, difícil.

Un caso es European Recycling Platform España (ERP España) que en 2016 recogió un total de 22.960 toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), 3.743 toneladas más que el año anterior, lo que supone un aumento del 19,47 %.

RAEE

El volumen de RAEE recogido por ERP le permite superar en casi 1.000 toneladas el objetivo legal que se le había asignado en 2016 de acuerdo al método de reparto definido en el Real Decreto 110/2015. El Real Decreto establece que en 2016 se debían recoger el 45 % en peso de la media de lo puesto en el mercado en los años 2013, 2014 y 2015 y reparte esa cantidad por cuota de mercado entre los productores.

"Estamos satisfechos por haber alcanzado esta cifra de reciclado de RAEE, que nos impulsa a seguir mejorando y avanzando, más aún cuando el año pasado fue complejo al comenzar a hacerse efectivas las nuevas metas de recogida que marca el Real Decreto", explica el director general de ERP España, Matias Rodrigues. "En ERP partimos de una buena posición para cumplir con este ambicioso objetivo, gracias a nuestra trayectoria y a la extensión y amplitud de nuestra red de recogida", añade.

"El Real Decreto establece que el objetivo se ha de alcanzar también en cada comunidad autónoma individualmente de acuerdo a su población, además de en cada categoría de RAEE y en cada uso (doméstico y profesional), lo que supone un reto muy importante. En este sentido, hemos trabajado para conseguir unos resultados de recogida homogéneos en todo el territorio, es decir, que sean coherentes con la distribución de la población entre las comunidades autónomas. El objetivo último de este enfoque es asegurar que todos los ciudadanos pueden deshacerse correctamente de sus RAEE estén donde estén", resalta Matias Rodrigues.

Por fracciones de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos los resultados de recogida de 2016 estarían encabezados por los grandes aparatos electrodomésticos (8.900 toneladas); seguidos por la fracción Otros, que incluye aparatos como batidoras, juguetes eléctricos, electrónica de consumo, equipos informáticos y de telecomunicaciones, etc. (6.632 t); los aparatos con gases refrigerantes, como los frigoríficos y congeladores (4.877 t); las pantallas de televisión y de ordenador (2.539 t); y, por último, las lámparas (13 t). "Estos resultados muestran la preocupación de ERP para asegurar niveles de recogida proporcionales a su obligación en cada una de las categorías de RAEE", añade Rodrigues.

Las empresas productoras adheridas a ERP pusieron el año pasado en el mercado 53.512 t de aparatos eléctricos y electrónicos domésticos, que supone una cuota de mercado para este tipo de aparatos de cerca del 10 %. En lo referente a la red de puntos de recogida de RAEE, el número de puntos en los que ERP realizó al menos una recogida el pasado año asciende ya a 1.873

Esto comprende una red amplia y diversificada de puntos limpios municipales y tiendas de venta de aparatos eléctricos y electrónicos. Además, ERP ha realizado un esfuerzo en el despliegue de una nueva red de contenedores para pequeño aparato electrodoméstico para dar un servicio más cercano al ciudadano.

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