Decididamente, aquí en Francia, estamos viviendo una campaña atípica, y ello por una razón evidente, cada semana surgen nuevas noticias que desvían la atención de lo esencial o de lo que se supone que es el meollo de unas elecciones: el programa de los candidatos.
Lo de la imputación de Fillon aparece a estas alturas, y a pesar de la gravedad del asunto, como la crónica de una muerte auto-anunciada. Una muerte con varias lecturas. Desde el punto de vista de los fillonistas y del ala radical de LR, resulta lógico que tras atacar a jueces y gobierno denunciando un "complot mediático", en un "clima de guerra civil", una "caza al hombre" y un "robo democrático", el desenlace desemboque en un también anunciado "asesinato político". Desde otro angulo menos apasionado, más racional, convendremos en que han sido su ambiciosa obstinación - y la pésima gestión de la crisis desde que el Canard levantara la liebre - lo que ha llevado al candidato Fillon, y a los suyos, al suicidio político. La sarta de mentiras, o verdades a medias (respetemos la presunción de inocencia), primero sobre el presunto empleo ficticio de Penélope, luego sobre la colaboración de dos de sus hijos, después el otro trabajito, muy bien remunerado, de Penny en la "Revue des deux mondes", seguido de sus incumplidas promesas de retirarse si finalmente resultaba implicado, amén de otras contradicciones y lagunas, - como los trajes regalados y el préstamo olvidado - las que le han llevado a este punto de no retorno. Un viaje a ninguna parte consolidado tras la mascarada, léase manifestación, del 5 de marzo. De hecho, en privado, muchos diputados y senadores de los republicanos dan ya las elecciones por perdidas. Y se comenta que si Sarkozy ha situado a los suyos en el círculo próximo a Fillon es para tomar de nuevo las riendas del partido tras la debacle.
Pero la campaña está resultando atípica en muchos aspectos, como en el caso de Benoît Hamon quien tras hacerse con las primarias de la izquierda ahora se encuentra en una extraña situación, ya que no se sabe muy bien a quien representa. Mélenchon y los insumisos le dan la espalda mientras sus correligionarios del PS, salvo contadas excepciones, le hacen luz de gas y siguen sin oficializar su apoyo. Eso, cuando no se pasan al enemigo Macron, o, peor, lo critican abiertamente como Valls denunciando su "deriva sectarista" y su alianza "ecolo-gauchiste". O sea, asistimos en directo a la implosión del PS puesto que el "catalán" ya propone la creación de un pool social reformista.
Solo los de En Marcha siguen haciendo camino sin demasiados sobresaltos, aunque el parquet financiero ha abierto una investigación sobre un supuesto "favoritismo" en la organización de un acto presidido por Macron en Las Vegas cuando era ministro de Economía. Pero la acusación no apunta directamente a EM sino a la trastienda del Ministerio, por adjudicar a dedo dicho evento sin sacarlo a concurso. En otro orden de cosas y ante la continua adhesión a su proyecto de miembros del gobierno Hollande, Macron ha querido precisar que si bien todo el mundo era bienvenido, su movimiento no era una "casa de huéspedes", como para desmarcarse claramente de la etiqueta Pseudo Socialista.
Y qué decir de Marine, también a vueltas con la justicia y no solo en Bruselas. Ahora es el fisco francés quien esta hurgando en sus declaraciones: En el punto de mira un notable desacuerdo en la valoración de sus bienes inmuebles, algo que no parece inquietar demasiado a la aguerrida candidata del Frente Nacional. Desde siempre, ya en tiempos de Jean Marie, el padre padrone, las irregularidades contables y la confusión entre bienes patrimoniales y del partido son marca de la casa. Por otra parte pocos comentarios sobre el pinchazo de su "socio" Geert Wilders en las elecciones holandesas. Según el portavoz de Le Pen el ejemplo no es extrapolable, las opciones de triunfo del FN son reales, no se basan en meras especulaciones.
