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La plaga de los microplásticos

Las fibras de un forro polar terminan en el estómago de los peces que consumimos. Europa busca cómo atajar este problema de contaminación

Residuos marinos acumulados en la costa mallorquina procedentes de todo el Mediterráneo. caib

Corría el año 90 cuando algunos países europeos decidieron limitar o prohibir los detergentes con fosfatos debido a los problemas de eutrofización que causaban en los medios acuáticos. Su uso se prohibió, desde el 1 de enero de 1990, en Austria, la por aquel entonces República Federal de Alemania, Noruega e Italia. Suiza ya los había prohibido una década antes mientras que en Suecia, Holanda y Finlandia decidieron ´sugerir´ a los fabricantes que introdujeran otros detergentes que no los contuvieran para trasladar la decisión de su elección al cliente. España en aquel momento no se planteó ni su limitación o ni su prohibición.

La historia de hoy tiene el mismo origen, la lavadora, y el mismo destino, el medio acuático. E idéntico máximo común división: el desconocimiento y la no regulación. El lavado de prendas de poliéster o nailon desprende infinidad de fibras que llegan a las depuradoras de aguas residuales que no pueden separarlas y terminan en el mar. ¿Pero cuántas son ´infinidad de fibras´? "En el caso de forro polar de poliéster suelta casi 1.000.000, un par de calcetines de nailon 136.000 por lavado y 300.000 en caso de bufandas de acrílico", explican desde el proyecto MERMAIDS LIFE+, financiado por la Unión Europea. Unas fibras que tienen su origen en los 35,6 billones de lavadoras que se ponen al año en Europa y que son la mayor contribución a la sopa de plástico presente en todos los mares y océanos del mundo.

La sopa de plástico es consecuencia de la introducción y uso del plástico en nuestro día a día, desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir. Desde los alimentos envasados, a las bolsas de la compra, pasando por la ropa o los muebles de casa. Sin embargo, su presencia va mucho más allá. Las microesferas de plástico o microperlas de plástico están presentes en productos cosméticos, jabones y pasta de dientes, entre otras. Después de la ducha o de desmaquillarse, ¿dónde termina este plástico? Al igual que las microfibras, en el mejor de los casos en la depuradora de aguas residuales que, a día de hoy no tiene sistema para poder extraer estos elementos y, por tanto, terminan en el mar.

Las consecuencias

La presencia de plásticos en los océanos es un problema que crece a gran velocidad a la vez que aumenta vertiginosamente su producción global. "Se estima que en 2020 esta producción superará los 500 millones de toneladas anuales, lo que supondría un 900 % más que los niveles de 1980. Si los residuos plásticos no son correctamente gestionados o directamente se abandonan pasan a contaminar el medio terrestre y muchos llegan a los océanos a través de las vías fluviales", asegura Julio Barea, portavoz de Greenpeace. Existen muchos tipos de plásticos aunque el mercado está dominado por cuatro tipos principales: polietileno (PE) (bolsas de plástico, láminas y películas de plástico, microesferas de cosméticos y productos abrasivos); polyester (PET) (botellas, envases, prendas de ropa, películas de rayos X, etc.); polipropileno (PP) (electrodomésticos, muebles de jardín, componentes de vehículos, etc.); y cloruro de polivinilo (PVC) (tuberías y accesorios, válvulas, ventanas, etc.). Muchos de ellos, en contacto con los agentes atmosféricos, se van fragmentando en trozos cada vez más pequeños, confundiéndose por alimentos que los animales ingieren. Son los denominados microplásticos, plásticos menores de cinco centímetros.

Y las consecuencias de su presencia en medios marinos ya son patentes. Así lo constataron investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) después del análisis de 212 peces de fondo de alto interés comercial: 72 pintarrojas (Scyliorhinus canicula), 12 merluzas (Merluccius merluccius) y 128 salmonetes de fango (Mullus barbatus). Después de su análisis encontraron microplásticos en 37 de ellos, casi en uno de cada seis. Los peces procedían de diferentes puntos de la costa española.

La presencia de microplásticos resultó mayor en salmonetes, seguido de las merluzas y las pintarrojas. Por regiones geográficas, la abundancia de plásticos se demostró mayor en peces capturados en el Mediterráneo, observándose una mayor incidencia en los salmonetes capturados cerca de Barcelona, seguidos por pintarrojas del Cantábrico y del Golfo de Cádiz. Estos peces suelen usarse como bioindicadores dentro del programa nacional de seguimiento de la contaminación marina. A día de hoy, "no existen evidencias de efectos negativos en la salud humana, pero sería conveniente estudiarlo", explica Juan Bellas, autor del artículo.

En el segundo estudio, publicado en la revista Environmental Pollution, las investigadoras Salud Deudero y Carmen Alomar, del Centro Oceanográfico de Balears del IEO, informan sobre la elevada presencia de microplásticos en el tracto gastrointestinal de la boga (Boops boops), un pez semipelágico común en Balears y el Mediterráneo. El estudio muestra que casi el 70 % de las bogas tienen fibras de polímeros de plástico menores de 5 mm en sus estómagos. El plástico constituye entre el 42 % y el 80 % de las presas ingeridas en los peces recogidos en distintas zonas costeras de Mallorca e Eivissa. La variabilidad espacial es alta, sugiriendo que la contaminación difusa por los microplásticos es muy importante, se distribuye ampliamente y proviene de múltiples fuentes.

"Los resultados son importantes y proporcionan evidencia adicional de la presencia de estos microplásticos en el medio marino, pudiendo ser ingeridos por la biota y transferidos en las redes tróficas", señalan los autores.

Soluciones

Para frenar los microplásticos en el mar, es esencial tomar medidas en los puntos de origen de los residuos. En España, más del 50 % del plástico termina en vertederos sin ser reciclado, según Plastics Europe en su informe de 2015, cifra que no considera el plástico que no se deposita en ningún tipo de contenedor y queda abandonado. En el caso de los envases (latas y botellas) esta cifra es aún mayor. "De los 50 millones de envases que se ponen a diario en el mercado en España cada día, 30 millones (el 60 %) se pierden y pasan a contaminar el entorno", añaden desde Greenpeace. En varios países del mundo ya se están tomando distintas medidas para atajar este problema global.

Francia, Marruecos, Senegal, Ruanda, Mauritania o China han implementado algún tipo de prohibición del uso de determinadas bolsas de plástico. En el caso de las microesferas de plástico empleadas en productos cosméticos, EE.UU. y Australia ya tienen leyes que prohíben el uso de estos componentes y otros países como Canadá, Dinamarca, Suecia o Reino Unido están en el proceso.

"La contaminación que genera el uso de los plásticos es un problema global y por ello España debería sumarse a los países que están impulsando medidas", añaden desde la organización ecologista. En concreto, Greenpeace le pide al Gobierno español eliminar el abandono de envases y garantizar su correcto reciclado mediante la implementación de sistemas de retorno de envases; prohibir el uso de microesferas de plástico; establecer las medidas necesarias para implantar la Directiva Europea sobre las bolsas de plástico; fomentar medidas basadas en la economía circular que apuesten por la reutilización de la materia prima y nuevos materiales con menor impacto ambiental. A nivel individual también se pueden tomar medidas para reducir el consumo de plástico evitando las bolsas de plástico de un solo uso, priorizando la compra de botellas y envases reutilizable y/o retornables; comprobando los ingredientes de tus cosméticos y evitar los productos con microplásticos como polietileno (PE), polipropileno (PP), PET, PMMA y/o nailon así como rechazando envases y utensilios de un solo uso como vasos, cubiertos o pajitas.

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