No tengo nada en contra de la gente obesa, ni contra nadie que padezca ninguna otra enfermedad, con una salvedad; un obeso, al igual que un gran fumador o un alcohólico, tiene su enfermedad por un descuido personal. Nada de metabolismos ni zarandajas similares, un obeso mórbido lo es porque come demasiado a pesar de que sabe que no debe comer tanto, punto. Por esa regla de tres, no elegiría yo como referente social a un conseller o consellera que bebiese y fumase en público, o que desparramase su llamativo exceso de panículo adiposo. Los referentes sociales tienen que ser sanos porque pueden inducir a ser imitados, y alguien con un índice de masa corporal superior a 24 no debería representarnos. Por muy transparente y bueno que sea.
Los puntos sobre las uves