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Medio ambiente

El mar, el eterno olvidado (I)

El mar ha sido utilizado históricamente como vertedero - Pese a las regulaciones y convenios internacionales, la contaminación no cesa

Fuel llegado a las costas gallegas tras un vertido.

Con una temporada turística que se antoja histórica, todo está preparado. O casi todo. Mientras que los hoteles ultiman sus obras y el termómetro empieza a subir día a día, las calles se van llenando paulatinamente de visitantes. Un turismo que mayoritariamente nos visita por nuestra costa. Mientras que tierra a dentro se preparar para la llegada del turista, ¿qué sucede más allá de la línea de costa? El mar, sin duda, recibe de nosotros mucho menos de lo que nos da.

Convenios internacionales

El recuerdo de lo que sucedió con el Prestige en 2002 sigue muy presente. Al menos en el imaginario colectivo que recuerda cómo un manto de 77.000 toneladas de fuel bañó decenas de kilómetros de costa gallega. Al nunca pasa nada se le añadió la coletilla, hasta que pasa.

Hay que remontarse hasta los años cincuenta (1954) para encontrar el primer convenio firmado en materia de prevención de la contaminación. Sin embargo, fue necesario el vertido de petróleo de dos superpetroleros para movilizar a los gobiernos de todo el mundo para llegar a un acuerdo firme contra la contaminación marina. Fue después de sufrir el accidente del Torrey Canyon en 1967 en la costa francesa e inglesa y el Exxon Valdez, en 1989, con el vertido de 40 millones de litros de crudo en Alaska. Un hecho que dio lugar a la reforma de las normas internacionales de navegación, responsabilidad civil de las compañías y prevención de catástrofes ambientales.

En los veinte años que fueron de 1972 hasta 1992 se aprobaron siete convenios internacionales como el de Londres, Oslo, OSPAR o MARPOL, entre otros, donde se legisló la contaminación de vertido de buques y la procedente de tierra.

El convenio MARPOL, de especial interés para prevenir los vertidos incontrolados de residuos por parte de los buques, está ratificado actualmente por más de un centenar de países. Impulsado por la Organización Marítima Internacional, entró en vigor en 1983 y está regulado y coordinado por la Dirección General de la Marina Mercante. "Su objetivo es preservar el ambiente marino mediante la eliminación de hidrocarburos y otras sustancias dañinas así como la minimización de las posibles descargas accidentales", aseguran desde el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. La aplicación del convenio MARPOL se centra en el cumplimiento de seis anexos que versan sobre la contaminación de los buques con el medio marino. Así, regula la prevención de la contaminación por hidrocarburos, por sustancias nocivas líquidas transportadas a granel, por aguas sucias, por residuos generados en el buque o por contaminación atmosférica generada por la actividad. En el caso de los residuos, el convenio MARPOL establece la obligatoriedad de entregar, a la llegada a puerto, todos aquellos desechos generados durante la travesía, a un gestor de residuos para su correcto tratamiento.

La contaminación silenciosa

A pesar de la prohibición de los vertidos y a la firma de convenios, la realidad es que siguen realizando. Algunos de los contaminantes, acaban pasando a la cadena trófica. Es lo que denunció en enero de 2014 Oceana, organización internacional dedicada a la protección de los océanos del mundo. Según informaron, Oceana detectó contaminación por mercurio en muestras de rape y cabracho pescados en Menorca, en la zona de Maó. En el caso del rape, ocho de las diez muestras analizadas superaron el máximo permitido por la normativa europea de un miligramo por kilo (mg/kg) de peso fresco y en relación al cabracho, siete de las 10 muestras analizadas superaron el máximo permitido de 0,5 mg/kg. Estos pescados habían sido adquiridos por Oceana en pescaderías cuya etiqueta certificaba que habían sido pescados en Menorca -en su mayoría en los caladeros de Maó- y han sido analizados por la Universidad de Barcelona. También se analizaron 10 muestras de salmonete. El salmonete se encuentra en niveles inferiores de la cadena trófica que el rape y el cabracho, por lo que está menos expuesto a la acumulación de metales pesados. Ninguna muestra de esta especie superó los niveles de metales pesados establecidos por la normativa europea.

"Hemos escogido especies con un rango de movilidad reducido para asegurarnos de que la contaminación de esos pescados proviene de la isla y no de otro lugar", explicó Xavier Pastor, por aquel entonces director ejecutivo de Oceana en Europa. "Por lo tanto, podemos afirmar que en Menorca existen actualmente problemas de contaminación por mercurio", añadió.

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