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La casa

El límite como inicio de arquitectura

Una vivienda de tres plantas, en la que llama la atención el uso del blanco y negro, en el final del casco antiguo de Manacor y el inicio de su periferia

En el límite entre el final del casco antiguo de Manacor y el inicio de su periferia hallamos esta vivienda de 3 plantas. Obra de arquitecto Guillem Mateos Muntaner con la colaboración de la arquitecta Isabel Jaume Riera lo primero que llama nuestra atención es el uso del blanco y negro. Es precisamente esa posición urbana limítrofe la que inicia todo un proceso de reflexión para el arquitecto, motivada por una calle poblada de arquitectura difusa, que mezcla tipologías, alturas, colores y texturas. Y es esa heterogeneidad la que provoca la necesidad de un nuevo inicio, una ruptura con aquello conocido y la apertura de nuevas posibilidades arquitectónicas. De esta forma se propone una imagen rotunda, potente y neutra, donde el lleno y el vacío, el macizo y el hueco se exponen al observador.

La "falsa" fachada se convierte en una suerte de piel que protege el interior "lleno" de un exterior "vacío de contenido". A partir de aquí, comienza la introversión en forma de arquitectura "hacia adentro", con total voluntad de negación del exterior preestablecido. La vivienda se organiza en torno a tres patios, uno de acceso, uno intermedio y uno posterior, todos ellos obligados a proporcionar luz a la vivienda, paliando así la falta de aberturas hacia la calle. Cada uno de esos vaciados estimula los sentidos con diferentes mecanismos, como la exposición de la puerta principal y una ventana de la antigua vivienda familiar, que cedió su lugar al nuevo edificio; o bien frondosa vegetación para un jardín tropical al que se vuelca el estudio en planta baja, o un solárium en la zona trasera, cubierto por una alfombra de césped artificial. Interior y exterior se confunden y dialogan permanentemente a lo largo y ancho de toda la vivienda. De esta forma, el patio de planta baja articula los espacios de trabajo de los propietarios, mientras que el de acceso permite una visual limpia de todo el edificio, tanto en horizontal como en vertical. El estar participa del solárium trasero, mientras que el dormitorio en suite principal, que dota a la casa de un tinte de "loft" al ofrecerse literalmente suspendido sobre el salón y la cocina gracias a un gran suelo de vidrio, se abre a una terraza privada en la planta tercera.

La fachada posterior, a diferencia de la principal, es abierta a la luz de Sur, pero cerrada a su vez a los patios de manzana para ganar privacidad. En todo el interior, la desnudez del hormigón visto en paredes y techos combina a la perfección con la cuidada decoración y la exquisitez en los detalles. Todo el mobiliario es restaurado, reciclado o recuperado de la vivienda original. El secreto reside en el contraste que genera la convivencia del marés en el intradós de la fachada principal, los paneles blancos que separan los espacios, los suelos continuos de resina o los muros de hormigón que esconden las zonas húmedas con la decoración en forma de traviesas rescatadas de antiguas vías de tren, sillas azules, litografías de imágenes de película o "collages" en forma de vinilo, todo ello bañado por la luz natural durante el día y una muy acertada iluminación durante la noche.

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