A pocos días de iniciar la cuaresma -cuyo primer eslabón es el Miércoles de Ceniza- se celebra desde hace siglos en nuestra cultura popular -aunque con largos periodos de prohibiciones- el Carnaval o Darrers dies, que precede a los cuarenta días de cuaresma.
Si la gastronomía clásica de cuaresma se caracteriza por la austeridad, la privación de carne y dos días de ayuno, el Carnaval es la otra cara de la moneda: la eclosión de una cocina basada en la carne y la grasa y de ahí la denominación de Dijous Llarder o Gras.
En una sociedad estructurada por el cristianismo, los días de Carnaval, que comienzan con el Dijous Llarder y acaban el martes siguiente con el Entierro de la Sardina, significaban un lapso de permisividad ante la inminencia del rigor cuaresmal. Hoy día, Rua, Rueta y Enterro de sa Sardina, poco o nada tienen que ver con el pasado, sino más bien con una manifestación lúdica de carácter popular. Si hasta hace pocos años, este ciclo, menor a una semana, conllevaba una cierta transgresión de normas antes del rigor cuaresmal de privación máxima, hoy resulta una celebración mucho más "inocente" dedicada -en buena parte- a los más pequeños.
Enterrar la sardina puede aparentar un contrasentido y podría ser más lógica su entronización, pero sin duda tiene connotaciones carnales y sexuales al haber significado también una doble abstinencia de carne.
